Hoy, a raíz de la exhumación de los restos del general Queipo de Llano, son muchos los «opinadores profesionales» que cargan contra los profanadores, olvidándose de los auténticos culpables. Y es que los profanadores son malos, herederos de aquellos que ya en el pasado profanaron tumbas… y no solo tumbas, sino que profanaron la vida de inocentes.
Y ya sabíamos que eran malos. Y de los malos solo puede esperarse maldades.
Lo grave, lo auténticamente grave, ha sido, y es, el comportamiento de los «buenos». Y es que en todos los tiempos y culturas la profanación ha sido vista con horror, y por tanto, los buenos reaccionaban contra cualquier intento de ese tipo. ¿Y qué pasa en nuestra España, que la reacción es mínima?
Pues pasa que se extendió la cobardía y la «apostasía práctica», pues cobarde no es solo quien la toma con un muerto, ya que su cobardía quizá la puede hacer menos culpable su vesania, o su odio, o su rencor. El cobarde de verdad es el «bueno» que deja que esto pase, y encima se dice «católico», y con su dejación y silencio hace apostasía práctica, pues olvida sus deberes como católico. Esto es mucho más grave y más cobarde, pues supone olvidar los deberes que los católicos tenemos con los muertos.
El culpable de verdad es, pues, quien sabiendo que es un sacrilegio se disculpa diciendo que no quiere participar en polémicas ideológicas o políticas. El que dice que solo quiere tranquilidad para dedicarse a sus fines propios de «fiel católico»; o que pudiendo no hace nada por impedirlo. O que no pudiendo nada, se niega al menos a la crítica pública de tan bajas acciones. Y es que todos estos han olvidado sus deberes para con los muertos.
Primero, un deber de justicia, que obliga a cumplir la última voluntad del fallecido, y que aquí ha sido vulnerado por sedicentes católicos complacientes con el gobierno.
Segundo, un deber de humanidad, que supone el respeto a los despojos del finado y el procurar a sus restos un descanso en paz.
Tercero, un deber de caridad, que supone, no solo orar por el fallecido, sino respetar su memoria y tener la misma, así como sus restos, en la dignidad que le corresponde.
La Iglesia es la única sociedad perfecta que existe en la tierra, y cuando la Iglesia, o los fieles católicos se dejan avasallar por leyes inicuas de quien no puede darlas (pues sobre los enterramientos católicos solo dispone la Iglesia, y nunca los poderes civiles), es que los hombres llamados a pastorear el pueblo de Dios, o gran parte del pueblo de Dios ha perdido la fe, o el valor, o la dignidad, o todo ello conjuntamente.
Cuando una sociedad no sabe defender la dignidad y el respeto a sus muertos ¿será capaz de defender el derecho de los vivos, y los derechos de Dios y de su Iglesia?
COMPARTE:
EMBÁRCATE EN LA LUCHA CONTRARREVOLUCIONARIA: Si quieres defender la cristiandad y la hispanidad, envíanos tus artículos comentando la actualidad de tu país hispano, o colaboraciones sobre la fe católica y la cultura, así como reseñas de libros, artículos de opinión… Ya superamos las 12.000.000 de páginas vistas anualmente en todo el mundo, únete a nuestro equipo de voluntarios y difunde la verdad compartiendo en redes sociales, o remitiendo tus colaboraciones a redaccion@tradicionviva.es . Puedes seguirnos en Telegram: t.me/tradicionviva / Facebook: @editorial.tradicionalista / Twitter: @Tradicion_Viva / Youtube: youtube.com/c/tradicionvivaTv / Suscríbete a nuestro boletín digital gratuito, pulsa aquí.
TE NECESITAMOS: Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política; puedes colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)