La mayor matanza de la guerra civil fue la de Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en noviembre de 1936, perpetrada por milicianos del Frente Popular al más puro estilo soviético. En aquel momento el Gobierno del Frente Popular, ante la cercanía de las tropas de Franco, había abandonado Madrid. En la capital mandaba entonces una Junta de Defensa dirigida por el general Miaja como jefe militar, pero, por debajo de ese mando, las Juventudes Socialistas se habían hecho con el control político de la seguridad y el orden público. Estas se habían pasado en bloque al Partido Comunista que, siguiendo instrucciones directas de los agentes de Moscú, era ya el auténtico poder político en la capital de España.
Fue precisamente el consejero soviético Koltsov quien sembró en las cabezas de los comunistas españoles la idea de liquidar a los presos políticos pues si los nacionales tomaban Madrid en las cárceles iban a encontrar militares, abogados, médicos, escritores y funcionarios que de inmediato formarían la elite de la España de Franco. Había que eliminarlos. ¿Y cómo saber quién era quién en la abundante población reclusa de aquel Madrid? Era fácil ya que el ministro de la Gobernación, Galarza, antes de fugarse, había dejado en las cárceles los ficheros con todas las identidades de los presos. Los milicianos, atraídos por la idea, pusieron manos a la siniestra obra.
Los presos políticos derechistas empezaron a ser sacados de las cárceles de Madrid y trasladados por la fuerza en autobuses y camiones. Oficialmente se decía que eran enviados a Valencia, pero en realidad se les hacía bajar de los vehículos en las cercanías del pueblo de Paracuellos del Jarama, y allí eran fusilados en masa. Las víctimas eran principalmente ciudadanos de orden, militares y profesionales sospechosos de simpatizar con el bando nacional, pero entre los asesinados había incluso niños.
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Entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre fueron asesinadas en Paracuellos por medio de pelotones de fusilamiento, como se ve en la fotografía, 4.021 personas cuyos nombres y apellidos están registrados.
Los ejecutores fueron fundamentalmente piquetes dispuestos por las milicias del Partido Socialista y del Partido Comunista. El consejero de Interior de la Junta de Madrid, el comunista Santiago Carrillo, fue el principal responsable político de la operación.
Por increíble que parezca esos mismos partidos fueron legalizados después del franquismo, y con la misma mentalidad suicida se legalizó más tarde la actividad política de los terroristas comunistas vascos que reivindican más de 850 asesinatos, 2.600 heridos y cerca de 90 secuestros. Ahora un sello de Correos conmemora el centenario del Partido Comunista de España. Como dice la Biblia, el perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
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