La mayoría del Parlamento de Navarra ha decidido este mes que el Gobierno trabaje en la descatalogación, como monumento protegido, del histórico monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada en Pamplona. Una y otra vez vuelven cansinamente a los mismo temas.
Los carlistas consideramos que esta petición de descatalogación no se funda en criterios artísticos, urbanísticos, históricos, ni incluso sociales, sino que es revanchista, arbitraria e ideológica, y abre la puerta de par en par al posible derribo del monumento en un futuro no lejano. Sea por afán de protagonismo, por amedrentar, por obsesiones o lo que sea, cada vez se acercan más a imitar a los talibán. Pues bien, digamos: esto, conmigo no.
La propuesta, presentada por Podemos, ha sido apoyada por el PSN, IU, Bildu y Geroa Bai. Navarra Suma se ha opuesto por respeto y sentido común.
1. Aquí se tienden trampas. Una portavoz dice: “no podemos seguir blanqueando a los golpistas, a los franquistas y a los fascistas”. Con ello muestra que no sabe de historia, ni del paso de casi un siglo. Oculta su cara entre los vecinos que ven “motivos para el derribo” monumental, ignora a la gran mayoría de navarros, no advierte que la idea es artificial y reciente en democracia, y esconde además su personal incapacidad política.
EH Bildu se inquieta por “saber qué se hace con este maldito edificio” a la vez que no condena el río de sangre de ETA y busca su “blanqueamiento”, y la portavoz de IE se muestra a favor de la demolición, es decir, como los talibán.
2. Aquí hay agravios comparativos que rezuman odio. Ante esta falta de respeto y barbarie: ¿dirían lo mismo si el edificio de Navarra se hubiese levantado a los gudaris, milicianos, y brigadistas…? Como esto esconde algo, dejen el monumento en paz, descubran los nombres de los casi cinco mil navarros inscritos en sus muros, reconozcan un uso acorde con su naturaleza y otros usos dignos, sin manipulaciones y sobre todo sin una nueva profanación.
Mientras “recuperan el tiempo perdido” a favor de la llamada memoria de unos, vacían y persiguen, incluso a lo talibán, la memoria de otros y, sobre todo, a los muertos, la Cruzada religiosa contra el comunismo, y la consideración que tuvo Navarra en el mundo libre a la que continuamente se le quiere humillar.
Tampoco es de recibo atribuir a los otros un calco de los procedimientos revolucionarios, quizás para que nadie se los recuerde a sus agentes.
3. Pedir la demolición también contradice la cacareada resignificación, que no obstante es otra manera de atentado. ¿No les basta volver a las instituciones, sino que quieren hacerlo totalitariamente, como si todo fuese suyo? Esto es desproporcionado. ¿Y no abren la veda para que la alternancia política origine la alternancia de creaciones artísticas y su demolición de picapedrero? Tranquilos que una vez más saldrán ganando los que demolerán todo lo que no les guste de la historia del viejo Reino de Navarra, amén el falsificar o desnaturalizar los restos del pasado.
4. Durante cuarenta años de democracia no se había mezclado y confundido lo que significó el monumento como expresión de lo mejor de más de 40.000 navarros en el frente, con tragedias de retaguardia que todos una y otra vez condenamos. Esta confusión es perversa. Por un lado, aquellos cuarenta millares impidieron que España cayese en el estalinismo. Por otro, no podemos vincular dos hechos de distinta naturaleza, para maldiciendo –y subrayemos que con mucha razón- uno, eliminar el otro. Por ejemplo y para que nos entiendan los que siembran confusión, los cerca de 5.000 asesinatos en sólo Paracuellos del Jarama es una realidad muy diferente a la existencia de los brigadistas internacionales.
5. El PSN dice que la Ley de Memoria no busca abrir heridas sino cerrarlas. Es realidad hace lo contrario, es una norma draconiana y guerracivilista, y divide y enfrenta a los españoles. Recordemos que la guerra fue en toda España: en Madrid, en Navarra, y recuérdese lo ocurrido en Vizcaya y Guipúzcoa que hoy su oligarquía dominante calla. Se carga sólo contra los nacionales y –como hemos dicho- mezcla y amalgama todo dentro de ellos. Se sirve del dolor de sólo una parte, omitiendo el de otros, cayendo en lo que antes condenaban.
6. En el actual extremismo, lo que más se empieza a invocar con fuerza es la “legalidad republicana”, aunque éste sea el argumento más débil porque la Revolución engulló la IIª República burguesa. Hoy su politización es evidente.
Los carlistas queremos respeto y sentido común y, si los políticos desean justificar sus cargos, no nos distraigan con estas cosas, y trabajen por resolver las necesidades de todos los navarros en medio de una crisis colosal en buena parte provocada.
Junta Regional de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra– José Fermín Garralda, presidente
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