El Adviento es el tiempo litúrgico en el que la Iglesia nos prepara para la Navidad. Durante cuatro semanas nos invita a compartir la mentalidad de los patriarcas y profetas de Israel que anhelaban la venida del Mesías en su doble advenimiento de misericordia y gloria. Pero hay un tercer advenimiento: el de Jesucristo por su gracia en nuestras almas.
Cristo ha venido, y regresará
Los profetas anunciaron en el Antiguo Testamento la venida de Cristo. Pero sus palabras corresponden a dos hechos históricamente distintos. Por un lado, se trata del advenimiento de la misericordia, la humilde condición de la existencia humana del Hijo de Dios hecho hombre para redimirnos; por otro, el advenimiento de la justicia cuando Jesucristo, lleno de gloria y majestad, aparecerá, en el fin del mundo, para juzgar a vivos y muertos. La Iglesia en los textos litúrgicos de Adviento, habla alternativamente de uno y otro, a veces sin transición, como hacían los profetas.
La justicia sigue a la misericordia
La sentencia que pasará entonces Jesucristo, cuando regrese a este mundo, dependerá de la recepción que le haya sido reservada cuando vino por primera vez. Este juicio divino es una separación entre el bien y el mal.
A todos los que negaron a Cristo en la tierra, los alejará de Él y los apartará para siempre de aquellos que le fueron fieles, mientras que reunirá en torno suyo a los que le siguieron, para hacerlos hijos de Dios.
Debemos aceptar su advenimiento
Entre estos dos acontecimientos históricos, hay un tercer advenimiento de Cristo: su venida de gracia a nuestras almas. La aceptación de su advenimiento con todas sus consecuencias (Redención, Revelación, Iglesia, sacramentos) produce en nuestras almas una nueva vida de gracia. Y de esta aceptación dependerá la sentencia que pronunciará en su último advenimiento. A todos los que le hayan recibido con su fe y su amor, Él los conducirá detrás de Él para entrar en el reino de su Padre.
Entrar en el Adviento
¿No tiene este triple advenimiento el mismo objetivo? En efecto, el Hijo de Dios se abajó hasta nosotros haciéndose hombre para ofrecernos los tesoros de su gracia a fin de llevarnos de vuelta a su Padre introduciéndonos en su reino celestial.
Durante el Adviento, la Iglesia nos invita a imitar a los patriarcas y profetas en sus deseos y su confianza.
Al acercarse la Navidad, aniversario de la Encarnación, debemos desear el advenimiento de Jesús en nuestras almas por la gracia y así estar entre el número de sus elegidos cuando regrese como Juez soberano hasta el final de los tiempos.
Fuente: District de Belgique – FSSPX.Actualités
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