By Stefano Gennarini, J.D.
(C-Fam) Esta semana se produjo una gran pelea en el Tercer Comité de la Asamblea General de la ONU que enfrentó a los países tradicionales con los poderosos gobiernos occidentales en las cuestiones del aborto, la homosexualidad y la ideología transgénero.
El debate se produjo durante la consideración de una resolución sobre «violencia contra las mujeres».
Los delegados occidentales se sorprendieron de que los países tradicionales dieran al traste con la adopción de la resolución de la ONU. Lo que debería haber sido una adopción rutinaria de una resolución progresista de la ONU, como muchas otras, se convirtió en una batalla procesal de enmiendas y retórica politizada.
Guatemala propuso la supresión de todo un párrafo sobre salud sexual y reproductiva porque vinculaba de forma ambigua el «acceso al aborto seguro» con los derechos humanos. La enmienda fracasó, pero 36 delegaciones la apoyaron. La embajadora de Guatemala dijo que su país protegía la vida humana desde la concepción y que «el aborto no está codificado en ningún tratado».
La Federación Rusa, Egipto, Libia, Nigeria, Arabia Saudí y Yemen propusieron enmiendas para sustituir el lenguaje sobre las «formas múltiples e interrelacionadas de discriminación» y «las mujeres en toda su diversidad», que recibieron el apoyo de hasta 61 países.
Los países tradicionales dijeron que el amplio apoyo a las enmiendas, incluso si fracasaban, demostraba que los poderosos gobiernos occidentales no estaban llevando a cabo negociaciones de buena fe, y que estaban ignorando deliberadamente cualquier punto de vista diferente al suyo. El argumento es que, en la tradición de la ONU, los documentos se alcanzan por consenso, algo que, obviamente, faltaba en la resolución sobre la violencia contra las mujeres.
«Las enmiendas demuestran que nuestro punto de vista es realista», dijo un delegado de Egipto, que pidió a los gobiernos occidentales que defiendan el «verdadero multilateralismo». El consenso puede alcanzarse, insistió, si los países occidentales dejan de alimentar la división y buscan la unidad.
Un delegado de Indonesia dijo que las enmiendas eran un «sólido reflejo de que algunas partes del proyecto de resolución no han gozado de consenso» y pidió a las delegaciones occidentales que adoptaran un espíritu diferente «para avanzar juntos».
Varias delegaciones de Asia y África se quejaron de que los principales patrocinadores de la resolución respaldada por la UE abandonaron antiguas convenciones diplomáticas para hacer pasar la resolución por la Asamblea General con términos controvertidos que promueven el aborto, la homosexualidad y la ideología transgénero.
Los ambiguos términos que incluyen «formas múltiples e interrelacionadas de discriminación», «las mujeres en toda su diversidad», «el control de la sexualidad» y «el aborto seguro» fueron controvertidos en anteriores negociaciones de la ONU porque el sistema de la ONU utiliza estos términos para promover el aborto y los derechos de los LGBT, pero Francia y los Países Bajos insistieron en incluir los términos en la resolución a pesar de las objeciones de los países tradicionales.
Y lo que es más grave, no distribuyeron el borrador final de la resolución antes de que se presentara para su aprobación en la Asamblea General, una cortesía diplomática habitual diseñada para dar a las delegaciones la suficiente antelación y tiempo para preparar una respuesta oficial.
Un delegado de Malasia calificó estas acciones de «irresponsables» y dijo que «socavarían gravemente» los derechos humanos internacionales.
El delegado de Nigeria dijo que los patrocinadores de la resolución habían mostrado un «flagrante desprecio y desconsideración» por las opiniones contrarias.
No era la primera vez que las delegaciones occidentales intentaban esta táctica en la Asamblea General. El año pasado, las delegaciones se vieron igualmente sorprendidas por una resolución patrocinada por Estados Unidos que incluía la frase «orientación sexual e identidad de género».
Los países europeos, los nórdicos y Estados Unidos replicaron que las negociaciones habían sido «abiertas, transparentes e inclusivas» y que la resolución final representaba un «equilibrio» de todas las opiniones expresadas en las negociaciones. Acusaron a los países tradicionales de sabotaje y de no hacer lo suficiente para combatir la violencia contra las mujeres.
Guatemala, la Federación Rusa, Egipto, Indonesia, Sudán, Irak, Senegal, Irán, Eritrea, Malasia, Libia, Nicaragua, Malí, Pakistán, Bielorrusia, Bangladesh, Camerún, Etiopía, Gambia, Yemen, Nigeria, Mauritania, la Santa Sede y Arabia Saudí, en nombre de los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar y Kuwait, intervinieron para defender el derecho soberano de las naciones a defender a los no nacidos y a la familia frente a políticas sociales controvertidas.
Hungría y Polonia, favoritos de los conservadores estadounidenses, siguen decepcionando. Polonia se abstuvo de apoyar las enmiendas para eliminar el lenguaje controvertido. Hungría, en cambio, votó a favor del controvertido lenguaje «woke».
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