Por Craig-Austin Rose
(C-Fam) Como lo demuestra una nueva iniciativa del gobierno de EE.UU. incluso el agua se ha incorporado a la revolución sexual.
El vicepresidente Kamala Harris lanzó la estrategia global del agua en junio de 2022, operada por la Agencia de los EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Departamento de Estado. La visión de la estrategia es “lograr un mundo seguro en cuanto al agua” priorizando la participación de “personas y comunidades marginadas” a través de las organizaciones de la sociedad civil y el liderazgo local. Además de las mujeres y los pueblos indígenas, estos grupos marginados incluyen a las “minorías sexuales y de género” para dirigir los esfuerzos en pro del agua potable.
La introducción a la estrategia establece la ayuda relacionada con el agua a los grupos progresistas como un interés de la seguridad nacional. Bajo la administración Biden, las cuestiones ideológicas del aborto, los ideales homosexuales/trans y otras políticas sexuales son priorizadas en los asuntos exteriores. En la estrategia, el agua limpia es un medio para “promover los valores democráticos fundamentales” de “los derechos humanos [y] el empoderamiento de las mujeres.”
Curiosamente, el único ejemplo de promoción del empoderamiento de la mujer y los derechos humanos excluye a las mujeres biológicas. En cambio, el documento cita la capacitación en saneamiento y el liderazgo de las mujeres transgénero en la India como el modelo para abordar “las necesidades críticas de saneamiento mientras se promueve la dignidad, la inclusión y el empoderamiento económico de los grupos marginados.”
El documento también se centra en los “servicios de higiene” como principio principal de la seguridad del agua, pero incluso aquí, el documento utiliza la higiene para avanzar en la agenda transgénero, usando el término “menstruador” que la mayoría de las mujeres encontrarían extraño, y muchas encontrarían objetable:
“Salud e Higiene Menstrual es la capacidad de las mujeres, niñas y personas transgénero y de género no binario que menstruan (“menstruadores” o “individuos que menstruan”) para manejar sus ciclos menstruales de una manera segura, digna, saludable y apoyada.”
Incluido en la estrategia del agua está el informe técnico de USAID Salud e Higiene Menstrual, que detalla los enfoques para el cuidado de los “menstruadores”, con el término que aparece el doble de veces que “mujeres.” El informe también detalla planes para una educación sexual integral, lecciones que enseñan a los jóvenes sobre las categorías trans/homosexuales y la ideología sexual, y dirige a USAID a colaborar con “organizaciones locales dirigidas por y para las personas que se identifican como LGBTQI+.”
Al colocar a los “actores locales en el centro de estos esfuerzos”, USAID utilizará los temas relacionados con el agua para construir una fuerza laboral “inclusiva’ de agua y saneamiento y aumentar la participación de la sociedad civil para las ONG de izquierda y otros grupos progresistas en países culturalmente conservadores. Entre los países que figuran entre los principales objetivos de la estrategia figuran algunos de los Estados más conservadores desde el punto de vista cultural y político del mundo. Muchos de estos países, entre ellos Guatemala, Nigeria, Filipinas e Indonesia, han rechazado explícitamente el aborto y la política de género occidental en los procedimientos de las Naciones Unidas.
Para dirigirse a estos países con ideales occidentales progresistas, los criterios enumerados para calificar a los países de alta prioridad para la estrategia del agua se extienden más allá de las necesidades relacionadas con el agua hasta las “oportunidades económicas y educativas” para mujeres y niñas. Estas “oportunidades” son ejemplos de la retórica del CSE y del aborto promovida por las ONG y en las aulas.
A medida que la política exterior de EE.UU. continúa convirtiéndose en un medio para la ideología sexual, los países que se asocian con USAID están en riesgo de ser objeto de los esfuerzos de ingeniería cultural por parte del liderazgo occidental y su promoción de “normas sociales y de género positivas” asi como de “intervenciones de cambio de normas” para desarraigar el conservadurismo cultural. Más allá de las inversiones directas de USAID, la estrategia requiere 1.000 millones de dólares de financiamiento en los próximos cinco años para avanzar en sus objetivos.
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