Eugenio Trujillo Villegas – Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción
Muy importantes acontecimientos sacudieron a América Latina en la última semana. Son una señal de que las cosas están cambiando en forma radical, desacreditando las revoluciones marxistas que han llegado al poder.
Grave crisis del socialismo en Latinoamérica
El hecho más importante es el derrocamiento del presidente del Perú, Pedro Castillo, después de 18 meses en el poder. Ante los grandes obstáculos políticos para imponer el socialismo, Castillo optó por dar un golpe de estado el pasado 7 de diciembre, en la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción. Cerró el Congreso de la República, canceló el orden Constitucional y anunció que seguiría gobernando por medio de decretos leyes expedidos a su antojo. Eso es lo que se llama dictadura.
Para bien del Perú y para desgracia del remedo de dictador analfabeta, el Congreso lo destituyó por mayoría absoluta de votos, y las Fuerzas Armadas del Perú tomaron el control de la presidencia, para entregarla en forma legítima a la vicepresidente, Dina Boluarte.
En forma simultánea, Cristina de Kirchner, expresidente de Argentina y actual vicepresidente del gobierno socialista, fue condenada por corrupción a seis años de cárcel. Aunque la medida parece ridícula ante los gigantescos desmanes que esta familia cometió contra el fisco argentino, ejecutando un saqueo continuo de las arcas púbicas desde los tiempos en que su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, le dejó la presidencia argentina como si fuera una herencia familiar.
En todos estos años, gracias al socialismo y a la corrupción, Argentina fue pasando de ser una de las naciones más ricas, prósperas y cultas del mundo, hasta convertirse en un inmenso tugurio lleno de necesidades insatisfechas. La economía se fue en picada, el progreso desapareció y la inmensa despensa de alimentos que el mundo conoció desde hace más de 100 años, ahora sencillamente no existe, pues fue desmantelada.
Uno de los primeros actos de gobierno de Néstor Kirchner, por allá en los comienzos de este siglo, fue hacer desaparecer misteriosamente 500 millones de dólares de los yacimientos petrolíferos de Vaca Muerta, en la Patagonia Argentina. Hasta ahora no han sido encontrados, por la sencilla razón de que no han sido buscados en las cuentas de la familia en los paraísos fiscales del mundo.
En Venezuela, el déspota Nicolás Maduro se enfrenta a una orden de captura internacional, que obviamente por ahora no será ejecutada, pues los EEUU y la Unión Europea lo protegen en forma vergonzosa. Además, pretenden salvar de la miseria a Venezuela, haciendo que Colombia le compre gas y petróleo, que Petro anuncia que son dañinos para el mundo si se explotan en Colombia, pero que son maravillosos si se importan de Venezuela, para darle un respiro al régimen de Maduro.
En Brasil, después de las elecciones que Lula se robó, nadie sabe lo que pasará. El país está en pie de lucha para impedir un nuevo régimen de corruptelas sin nombre, como lo fueron los 13 años de Lula y Dilma Roussef. Brasil no quiere de ningún modo regresar a esa hecatombe y todos los poderes políticos están atentos a lo que suceda, sin que nadie esté en condiciones de saber cuál será el futuro del Brasil.
En Chile, el régimen socialista de Gabriel Boric también tambalea, pues el libreto que sigue su gobierno es exactamente el mismo de las demás naciones socialistas. América Latina está gobernada por la gente más incompetente, más corrupta y más absurda que pueda imaginarse. Y a esto se le suma que sus decisiones de Gobierno, inspiradas en el fracaso rotundo del socialismo en el mundo, al ser contrarias a la naturaleza misma de las cosas, cuando se aplican, producen consecuencias desastrosas.
El socialismo solo crea miseria, pero la gente se engaña
Cuando se gobierna con demagogia marxista y se pretende repartir la riqueza de los países entre las llamadas “primeras líneas de la revolución”, las consecuencias solo podrán ser catastróficas. Y eso es exactamente lo que han impuesto todos estos gobernantes de izquierda radical, que asumen el poder sin absolutamente ninguna preparación, que solo imponen disparates, que conducen la economía al desastre, que ahuyentan la inversión nacional y extranjera, y que pretenden mantener feliz a las gentes empobrecidas por medio de subsidios, aumentando los impuestos, que evidentemente alcanzarán durante un tiempo corto, pero después vendrá la miseria generalizada.
En Colombia, esa aventura irracional está siendo impuesta por Petro, cuyos anuncios son todos descabellados. En la medida que se comiencen a aplicar van a generar una crisis de gobernabilidad y de pobreza como nunca antes la hemos tenido.
En estos primeros 100 días, Colombia está todavía en luna de miel. Pero pronto las alarmas se encenderán, y será necesario que los dirigentes empresariales y políticos tomen posiciones claras y dejen de traicionar a la opinión pública del País. Incluidos los que se dicen de oposición, que en realidad no lo son, y le hacen el juego a Petro con elogios y alianzas suicidas.
Lo único claro en Colombia es que la oposición se tiene que reinventar a sí misma, pues casi todos los liderazgos políticos y empresariales están sobornados y alineados con Petro. En medio de la crisis que se avecina, surgirán los nuevos líderes que salvarán a Colombia del desastre anunciado, que ya se está precipitando.
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