Acaba el año, y esta caterva de indeseables apalancados a la silla política adelantan sus regalos del Día de Reyes. De entre todo el oro, mirra e incienso que estos días nos han traído, el más bochornoso de todos sus presentes, y eso que está disputado este puesto, ha sido sin duda la Ley Trans.
Mucho se ha hablado de esta, ¿Pero de sus problemáticas? Hablemos pues de los problemas que va a conllevar esta ley:
1. Barra libre al cambio de nombre y al cambio de género
Hoy en día, que hasta para ir al cuarto de baño de tu propia casa las autoridades te piden ciento un papeles y requisitos, para cambiarte el nombre o el género en el registro civil no vas a tener que presentarte más que con tu DNI. Anteriormente, se necesitaba de la mayoría de edad y o consentimiento paterno para el cambio de nombre, lo que ahora deja de ser necesario a partir de los doce años de edad. Y ya ni hablemos para cambiar de sexo, de necesitar un informe clínico, ser mayor de edad o el consentimiento paterno, ahora con tener dieciséis añicos sobra. Paremos a pensarlo un momento, ¿Acaso una criatura con doce o dieciséis años, que todos lo hemos sido, sabe lo que quiere? La respuesta es sencilla, claro que no. Un niño con doce, trece, catorce, etc. años no sabe lo que quiere, tan solo ve que es lo cool, lo guay, que tal famoso lo es, y en su moldeable y débil pensamiento no se le ocurre otra cosa mejor que querer ser eso por imitación. Siendo así todo un peligro el consentir estos cambios desde edades tan tempranas, y que pueden a la larga producir el arrepentimiento de más de uno de estos confundidos. Porque no son otra cosa más que eso, confundidos.
2. Les Persones Intersexuales/No-Binaries
Con esta nueva ley, surge a expensas legales un nuevo tipo de género, las Personas No Binarias o Intersexuales. Y yo ahora me pregunto, y disculpen mi bronco lenguaje, ¿Qué carajos es una Persona No-Binaria? ¿Pero qué es? Si es que ni ellos mismos saben lo que son. Es más, he preguntado a pie de calle, y nadie me ha sabido responder a ciencia cierta lo que son, pero al parecer son algo como lo siguiente: personas que ni se identifican con ser hombres, ni con ser mujeres, sino que son algo fluido como el agua. Y yo me vuelvo a preguntar, ¿Si no son ni hombres, ni mujeres, qué son? ¿Perros, gatos, patatas? Hasta este punto de locura enfermiza y desenfrenada hemos caído que ya no sabemos ni lo que somos. Yo siempre he defendido que el hombre no tiene géneros, eso solo lo tienen las palabras de nuestra espléndida y densa lengua cervantina, pero si tiene sexos, hombre o mujer, el dado por Dios biológicamente al nacer. Siendo este tipo de personas o seres, ya no sé ni cómo categorizarlos, meros peones del tablero de ajedrez político, con los que estos logran sacar cuatro votos y seguir engañando un tiempito más a base de su instrumentalización y ridiculización.
3. Garantía incondicional de la reproducción asistida
Otra de las cosas que conlleva esta ley, es la defensa a ultranza de la reproducción asistida, técnica reproductora de la que no se puede estar hoy en contra. Si dos cónyuges no pueden tener hijos de forma natural, es lógico que empleen estos tipos de métodos, independientemente de la orientación sexual de la pareja. Lo que ya deja de ser tan bonito, es cuando te paras detenidamente a pensar lo que cambia con esta ley. Ahora casi cualquier mujer puede ir a una clínica y quedarse embarazada, independientemente de su
situación laboral, sentimental o meramente de salud. Pensémoslo bien, ahora hasta una lesbiana soltera, sin trabajo, alcohólica y con problemas de esquizofrenia podría ir a una clínica y ser madre, y sin pedirle ni un solo papel. Siendo esto una locura, y ya no solo por el capricho pasajero de ella, sino por la vida, posiblemente infeliz, que pueda traer al mundo por su completa irresponsabilidad e incompetencia a costa de un delirio muchas veces huidizo.
4. Financiación pública de tratamientos
Si fueran pocos todos estos desvaríos anteriormente mencionados, a estos se suman la financiación de tratamientos hormonales y de operaciones de cambio de sexo por parte de la sanidad pública. Si bien esto ya se medio hacía, ahora se hace del todo, erigiendo esta casuística al mismo nivel que el resto de intervenciones clínicas generales. Claro, una operación de cambio de sexo es igual de relevante que un trasplante de riñón. Para nada el paciente del trasplante, que lleva enchufado a una máquina meses o años esperando que le llegue el turno en una eternamente larga lista de espera a vida o muerte, es más importante que que quien quiere hacerse unos retoquitos ahí abajo, mejor que espere otro poco en diálisis. Quien sabe, quizá así lo mismo nos ahorramos hasta el trasplantare el riñón. No niego con esto este tipo de tratamientos, pero quien lo quiera, que lo pague. La sanidad pública no está para complacer este tipo de caprichos lisonjeros.
5. Educación sexual y promoción del supuesto colectivo
La última de estas problemáticas, y quizás una de las más importantes es la educación sexual y promoción del colectivo, ley yuxtapuesta a la Ley Trans y adherida a ella que no tiene mayor objetivo que el de influenciar y pervertir a los juventudes de nuestro país. Como ya expliqué brevemente en el primer punto, los jóvenes no saben lo que quieren, normal en estos tiempos de abúlica inacción, siendo así estos un blanco fácil. La escuela, el viejo ludus romano, es el templo del conocimiento, y la figura del maestro, estricto y regio, es un mero instrumento para la transmisión de conocimientos: sean matemática, lenguaje o pintura, pero no valores, y mucho menos valores de depravación. Los valores y la disciplina han de venir de casa, de los padres, pues si no es esa su misión principal, ¿Cuál es? A esto, que no me extrañaría que lo volvieran una materia curricular, a diferencia de la tan desprestigiada religión, está la promoción del colectivo. Claro, habrá que seguir fomentando la homosexualidad y la transexualidad, que si no, no hay quien les vote. Con esto no digo que esté en contra de los homosexuales, siempre los ha habido y siempre los habrá de haber, por lo que hay que respetarlos, pero no por ello debemos de reírles todas las gracias y montar una zambra cada vez que estos lo deseen. Yo, en lo personal, tengo amigos homosexuales, o como la palabra castellana manda, maricones, y son de lo mejor que hay. Tan solo hay que saber respetarlos, pero no por ello fomentarlos, ni siquiera estos, la gran mayoría, se sienten cómodos con el fomento de estas leyes absurdas.
Mientras que el Gobierno siga urdiendo por apetencia leyes tontas que no hagan otra cosa que enfrentar y dividir a los españoles, jamás lograremos progresar como Pueblo. Ya lo decía Ortega y Gasset: «Tras toda época de grandeza, de plenitud, de bonanza, siempre le sigue otra de inapetencia y de trágico destino». Y es en esta segunda época latente en donde dormitamos sin querer despertar. Mientras que el Gobierno siga caprichosamente jugando con los destinos de su pueblo con leyes confusas y derrochadoras, que no garanticen el pan, ni la justicia, jamás podremos reconciliarnos como Nación. Los brazos todos los españoles los tenemos abiertos esperando un abrazo de la otra España, de la que muere o de la que bosteza. ¡Abajo los partidos políticos! ¡Abajo la Ley Trans! ¡Viva la dignidad del Pueblo español!
Juan José Fernández Doctor
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