Hoy recordamos la clamorosa farsa del llamado intento de “golpe de Estado” en España el 23 de febrero de 1981. En realidad, se trató de un simulacro de golpe para crear un Gobierno de concentración nacional, comunistas y socialistas incluidos, acordado previamente con las cúpulas de todos los partidos políticos representativos, con el rey a la cabeza, y cuyo cerebro fue el jefe del servicio de inteligencia.
Resultó que al coronel Tejero, al mando de la operación, le habían embarcado sin contarle esa parte de la película y simplemente se negó a que el general Armada expusiese dicha proposición en la Cámara.
Así de simple. Todo el mundo lo sabe, pero la versión oficial continúa siendo la de la película que nos quisieron vender. O sea, más de 40 años de engaño.
Es interesante constatar una vez más la diferencia entre la realidad y los fraudulentos montajes que la Revolución hace para manipular a la gente. La democracia actual es un gran engaño para hacer creer al pueblo que él es soberano, pero en realidad las cúpulas de los partidos están de acuerdo en representar un determinado papel a fin de conducir a su segmento correspondiente de población en la dirección revolucionaria, es decir en la subversión total del orden. Todos forman parte de la misma compañía de teatro y obedecen al mismo director de orquesta en la sombra.
¿Qué sentido tiene hacer pactos con gente cuya única moral es hacer lo que les conviene en cada momento, como es el caso de comunistas y socialistas? Hoy dicen una cosa y mañana la contraria, con todo descaro, como vemos con el individuo que ocupa actualmente el palacio de Gobierno en Madrid.
Lo mismo se puede decir de los líderes de otros partidos, como los centristas Aznar y Rajoy. Su misión en el Gobierno consistió en consolidar todas las barbaridades revolucionarias hechas por sus predecesores de izquierdas, González y Zapatero respectivamente. Y ya está preparado el líder de la oposición actual, Feijóo, para en su momento consolidar todas las locuras que están haciendo ahora en el Gobierno socialistas y comunistas. Además, Aznar entregó los medios de comunicación que pudo a la izquierda y Rajoy inundó de corrupción el partido. Prestaron fielmente sus servicios a la Revolución, que es para lo que les auparon.
Nadie que no esté comprometido con la trama revolucionaria es promocionado a puestos destacados en la vida social, política, judicial, castrense, eclesiástica, artística, periodística, etc.
Quien piense que esto es apenas de interés español se equivoca pues en todas las naciones se dan las mismas maquinaciones de los hijos de las tinieblas para manipular a la opinión pública a fin de conducirla gradualmente, sin que se den cuenta, al éxodo de la civilización.
Este artículo se publicó originalmente en https://plineando.blogspot.com/
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