Que la tiranía es una antigua compañera de la humanidad es una evidencia que no necesita demostración, ahora bien, que la tiranía actual ha cambiado de estrategia para aprovecharse de los inadvertidos es una realidad que ha de ser explicada.
El tirano siempre nació tras una época de trifulcas, inestabilidad y desorden social. Ese periodo turbulento constituía precisamente la justificación de la necesidad de soportar al tirano que se comprometía con el pueblo a usar su poder de forma injusta, pero ateniéndose a un claro fin: no repetir los errores del pasado, evitar antiguas guerras, calmar antiguas pasiones, y remediar añejos conflictos.
A diferencia del anterior, el tirano de hoy no justifica su tiranía en querer remediar conflictos pasados, sino que la justifica en remediar males futuros e inciertos. Efectivamente, el tirano de hoy no gobierna en función de una experiencia histórica que quiere evitar, sino de una hipótesis futura que se pretende eludir.
Así el tirano de hoy fomenta el aborto para evitar una supuesta superpoblación que llevan anunciando desde hace más de un siglo, el tirano de hoy nos insta a abandonar el consumo de carne para evitar un colapso climatológico que no acaba de llegar, el tirano de hoy nos obliga a vacunarnos para evitar enfermedades que ni siquiera somos capaces de diagnosticar, el tirano de hoy nos prohíbe usar los vehículos de combustible fósil para evitar un futuro cambio climático…
Precisamente esa tiranía del futuro es la que convierte al tirano actual en un tirano más peligroso, pues fácil era en el pasado comprobar si el tirano cumplía su función, bastaba con conocer los tiempos anteriores a la tiranía y contrastarlos con el tiempo del tirano para cerciorarse de que los males que se habían querido evitar verdaderamente se habían impedido y mantener la tiranía, o en caso contrario derrocar al tirano. Ahora resulta imposible cotejar la nueva tiranía con la realidad, por cuanto las previsiones en que se fundamenta su actuar inicuo son de imposible comprobación, por lo que el pueblo en lugar de ver un tirano ve un benefactor providente que soluciona los males futuros.
Carlos Pérez- Roldán y Suanzes- Carpegna