(Gaudium Press) El pecado es algo verdaderamente asombroso. Avanza e invade varias zonas, de forma cada vez más atrevida. Nos encontramos ante algunos que parecen sobrepasar todos los límites del entendimiento humano y pensamos: “¡Estamos cerca del fin de los tiempos, nada puede ser peor que eso!”, pero entonces aparece algo terriblemente peor, que logra sorprendernos aún más. Podemos decir que el pecado se vence continuamente a sí mismo.
Un ejemplo de esto es el movimiento de la Iglesia de Inglaterra, matriz de la comunidad anglicana, que discute el uso de un lenguaje neutral en las referencias a Dios. Según un artículo escrito por Sharon Jagger, profesora de religión en la Universidad de York St. John, el dominio del género masculino para referirse a Dios es un tema que se está discutiendo cada vez más, y la Iglesia Anglicana tiene la intención de explorar el uso de palabras alternativas para describir a Dios, luego de que algunos clérigos pidieran usar un lenguaje más inclusivo en la cultos: “Hablar del Dios cristiano en términos exclusivamente masculinos privilegia a los hombres en la sociedad y sostiene el dominio masculino”.
Según un portavoz de la Iglesia Anglicana, “Dios no tiene género para la doctrina cristiana oficial. Sin embargo, ‘Él’ se describe casi exclusivamente en términos masculinos. Y a medida que la Iglesia continúa luchando con los problemas de igualdad de género, es probable que el proyecto se prolongue”.
Quieren un Dios sin género
La propuesta es dejar de referirse a Dios como “Él” y “Padre”, y utilizar elementos de lenguaje neutro para referirse a Dios. En lugar de “Father” (Padre, en inglés), los anglicanos utilizarían la palabra “Parent”, que designa a los padres, que se puede aplicar a cada uno de ellos, sin importar si son hombre o mujer.
Sin embargo, hay propuestas más audaces: cambiar la referencia de “Él” a “Ella”, propugnada por Libby Lane, la primera mujer “obispa” de la Iglesia de Inglaterra, quien, desde su nombramiento en 2014, argumenta a favor de aceptar el uso de pronombres femeninos para referirse a Dios.
Rachel Treweek, consagrada obispa en 2015, se unió al debate abogando por la eliminación de todos los pronombres de género para Dios. El tema fue tratado en la Comisión Litúrgica del Sínodo General de la Iglesia Anglicana, que tuvo lugar a principios de febrero, en la Abadía de Westminster, en Londres, cuando se aprobó la bendición religiosa para la unión de parejas del mismo sexo. Sin embargo, dada la complejidad del tema, la discusión continuará en otras ediciones del sínodo, principalmente porque aún existen controversias al respecto, involucrando a una parte del clero opuesto a los cambios, y a gran parte de los 85 millones de fieles.
Cambios en la liturgia
En el Sínodo General, la Reverenda Joanna Stobart cuestionó si había medidas para “desarrollar un lenguaje más inclusivo en la liturgia de la iglesia”. La líder religioso argumenta que la Iglesia Anglicana debería “brindar más opciones para aquellos que deseen usar la liturgia autorizada y hablar de Dios de una manera no sexual, particularmente en las absoluciones, donde muchas de las oraciones ofrecidas para usar se refieren a Dios usando pronombres masculinos”.
En su artículo, la profesora Jagger menciona una encuesta a mujeres que forman parte del clero, en la que algunas de ellas manifestaron que no se sentían cómodas con el fin del lenguaje masculino tradicional. Y una “vicaria” afirmó que hubo mucha controversia y confusión cuando, durante un estudio bíblico, alguien sugirió que el Padrenuestro comenzara con las palabras «Nuestra Madre». Una sacerdotisa dijo que ve a Father(Padre) como la única forma de describir a Dios, pero agregó: “Puede ser que las ideas sobre la paternidad deban cambiarse”…
Es claro que el artículo de la profesora de religión está bastante sesgado, expresando su propia conformidad con los cambios propuestos por el clero, e incluso llega a decir que: “Dada la historia de la institución, cualquier cambio radical que resulte de este proyecto sería un milagro”. Y justifica sus argumentos afirmando que “la discusión sobre el uso de un lenguaje neutral para describir a Dios es, como mínimo, un reconocimiento de que el dominio del lenguaje masculino es un problema” y que “una reforma del lenguaje patriarcal puede abrir la puertas para abordar otras injusticias sociales”.
Y concluye con un tono positivo a la causa al afirmar: “Quizás estemos asistiendo al inicio de un cambio radical en la iglesia”, justificando que “a muchos les gusta la posibilidad de asistir a la iglesia sin escuchar las constantes referencias a “Él” y “ Padre”, ya que Dios debe estar más allá del género”.
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No se trata de la Iglesia Católica – Aún…
Que quede claro que no estamos hablando de la Iglesia Católica, sino de una disidencia de ella, que tuvo lugar en 1534, cuando el rey Enrique VIII aprovechó un conflicto personal con el Papa, quien se negó a anular su matrimonio de 20 años con Catalina de Aragón para que pudiera casarse con una amante, surgiendo así una iglesia separada de Roma.
Sin embargo, traigo a la luz este absurdo tema porque, si se materializa allí, no tardará en derramarse sobre la Iglesia Católica, la única creada por Nuestro Señor Jesucristo, cuyos detractores tratan por todos los medios de mancillar. Y este movimiento no es pequeño, no se trata de una llama de vela por aquí, otra de allá, sino de una apisonadora que está destruyendo los valores de la sociedad, de la educación y tratando -desgraciadamente con éxito- de formar una generación sin identidad.
Pecado de omisión
A pesar de estar totalmente en desacuerdo con el uso -y la formalización del uso- del lenguaje neutro, que crea problemas lingüísticos y culturales, especialmente considerando las anomalías presentes en este lenguaje sin cabeza que probablemente pronto será aprobado en Brasil, no lo discuto para evitar controversias innecesarias y aburridas y por respetar a los que piensan diferente, aunque no esté de acuerdo con esa línea de pensamiento.
Sin embargo, si me callo ante la aberración de utilizar términos neutros para referirme a Dios, intentando desvirtuar el propio “Padre Nuestro”, que lejos de ser una construcción lingüística patriarcal, es la oración por excelencia, enseñada por el propio Cristo, estaría pecando gravemente por omisión.
Este radicalismo ideológico ya ha intentado otras acciones, como cambiar partes del texto de las Sagradas Escrituras, desprestigiar a la santísima persona de Nuestro Señor Jesucristo intentando atribuirle características de una sexualidad degenerada y cuestionar la pureza de la Virgen María. Ahora tratan de deconstruir al mismo Dios.
¡Dejen a Dios fuera de esto!
Nadie está obligado a ser religioso, nadie está obligado a tener fe, pero todos están obligados a respetar la fe de quien la tiene. ¡Que tomen sus decisiones, cambien sus identidades, defiendan sus banderas, vivan sus vidas como quieran, pero dejen a Dios fuera de esto!
No solo estoy indignado por este tipo de cosas, estoy triste y avergonzado. La maldad ha llegado a tal punto que me da vergüenza arrodillarme ante Dios y decir: “Es verdad, Señor, somos humanos, somos tus criaturas y algunos de nosotros estamos haciendo esto. ¡Lo siento, Señor!”
Soy solo una pequeña voz y, aun uniéndonos a otras, seguiremos siendo una minoría frente a una agenda ideológica que nada respeta y nada se detiene. Todo lo que puedo hacer, lo estoy haciendo: denunciar este plan macabro y ofrecer mis penitencias durante la Cuaresma en reparación por esta ofensa contra nuestro Padre y Creador.
Hay un canto, que se hizo muy conocido en la voz de Monseñor Jonas Abib, que dice: “Somos, Señor, Tu Iglesia que espera y apresura Tu venida gloriosa. Que el Señor nos encuentre en paz, puros y santos. […] Que la santidad de mi vida apresure al Señor y pronto vendrá”.
Sí, debemos hacer todo para vivir una vida santa, pero ciertamente no será nuestra santidad la que acelerará la venida de Cristo, sino este refinamiento del pecado y el nivel cada vez más pesado de ofensas contra Dios. Llegará y, como dice la canción, probablemente no tarde mucho, porque la humanidad está llegando al nivel extremo de su degradación.
Pronto, en Brasil y en otras partes del mundo, el lenguaje podrá ser neutral, pero la postura del cristiano nunca lo será. Ha llegado el momento de que demos nuestro testimonio, y son situaciones como esta las que enfrentaremos. Preparémonos, porque en muy poco tiempo seremos minoría y, al contrario de lo que sucede hoy, seremos una minoría que nadie defenderá.
Por Alfonso Pessoa
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