Por Eulogio López, publicado en https://www.hispanidad.com/
«El cristianismo fue la única revolución que triunfó sin derramar otra sangre que la suya«. Lo recuerda, como no, el gran Leonardo Castellani, y una vez más tiene toda la razón. Conquistaron el Imperio Romano sin armas, sin derramar sangre de las legiones del Imperio ni de los ciudadanos de Roma, pero, eso sí, con el mayor de los heroísmos: el del mártir, el que no quiere derramar su sangre porque ama su vida, pero está dispuesto a hacerlo por Cristo… quien le ha dado la vida.
Recuerden que la mentira tiene las patas cortas. Y eso significa, no sólo que al mentiroso se le coja antes que al cojo -que también-, sino que la mentira tiene una corta vida porque su contradicción interna no tarda mucho en evidenciarse como algo inequívoco, como algo flagrante. El mal siempre se destruye a sí mismo.
Pero existe otro factor: cuando le preguntaban a Gilbert Chesterton sobre su sorprendente conversión al cristianismo -fue bautizado en 1922, a la edad 48 años, ya siendo el periodista más famoso de Inglaterra-, y acerca de por qué había dado ese paso, siempre respondía lo mismo: porque el cristianismo era la verdad.
Cierto: tal es la primera fuerza del cristianismo y la razón de la supervivencia de todos aquellos que le han perseguido: porque es cierto y, antes o después, todo hombre, hereje o remiso, acaba por comprender que, sencillamente, el cristianismo es la verdad.
Por eso la Iglesia, con todas sus miserias, sobrevive a todos sus enemigos, De ahí, también el mensaje de casi todas las novelas y de la mayoría de las superproducciones cinematográficas: el aparentemente débil vence al aparentemente fuerte. Porque es la verdad.
Y por eso, también, el cristianismo fue la única revolución que triunfó sin derramar otra sangre que la suya… y así volverá a suceder. El triunfo es seguro y la revolución de la Iglesia también, según la inexorable ley histórica que resumiera la famosa pintada de los años sesenta del pasado siglo: «‘Dios ha muerto», firmado Nietzsche; ‘Nietzsche ha muerto’, firmado God».
¿En 2023 toca otra vez martirio y parece que ha llegado la era del postcristianismo? No lo duden la victoria está próxima.
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