El próximo día 17 celebraremos en la Comunidad Valenciana la solemnidad de nuestro patrón, San Vicente Ferrer, uno de los mayores evangelizadores de la Europa de su tiempo.
Nació en la capital valenciana en 1350 y desde bien joven sintió que Dios le llamaba a ser dominico para contemplar y transmitir lo contemplado a los demás. A pesar de la negativa de su padre, Vicente ingresó en el Convento de Dominicos de la ciudad de Valencia y tras la debida preparación profesó como fraile dominico.
Más tarde se preparó concienzudamente para ser ordenado sacerdote, y se dedicó a lo propio del ministerio sacerdotal. Su pasión, su vida, su mayor deseo fue Jesucristo, el único Salvador.
Ejerció como profesor de Filosofía y Teología en diversas regiones de la antigua Corona de Aragón, y fue también Prior en el convento de Valencia.
Se trataba de un hombre con una inteligencia extraordinaria y con un gran sentido de Dios y de las cosas referidas a Dios.
Un valor así no debía ser menospreciado, y desde diversas instancias sociales, políticas y culturales se le reclamaba para que diese su cualificada opinión en casi todos los asuntos de la vida de los pueblos.
Recordemos que éste fue también el tiempo del llamado cisma de Occidente: llegó a haber tres Papas, y los tres se consideraban el auténtico Papa de Roma.
El llamado Papa Luna quiso que San Vicente fuese su confesor y asesor, y Vicente aceptó. Sin embargo, eso de estar en la corte papal hizo que enfermara: en esta circunstancia Vicente entendió que Dios le llamaba a dejar la corte y convertirse en predicador itinerante de la Palabra de Dios.
Y así lo hizo. Se puso manos a la obra a recorrer numerosos pueblos y ciudades de España y también otros países de la Europa de su tiempo predicando sin miedo y con valentía el Evangelio de Cristo, exhortando a todos a la conversión y al cambio de vida y tratando de convencer a judíos y musulmanes que la verdadera religión era la cristiana.
Se cuenta que siempre se dirigía a las gentes en la lengua que aprendió en su casa de Valencia: el valenciano, y todos le entendían perfectamente.
Agotado físicamente, entregó su alma al Creador el 5 de abril de 1419 en Vannes (Bretaña francesa).
Los hijos e hijas de Valencia estamos sanamente orgullosos de tener a San Vicente Ferrer como Patrón principal. En todos o la mayoría de nuestros pueblos se conserva por algún u otro motivo el recuerdo del Pare Vicent, en nuestras parroquias, iglesias, templos, ermitas, congregaciones, casas, grupos de Iglesia, etc.
Que el ejemplo de su vida santa cale en nosotros y nos empuje a parecernos a él: evangelizadores, apóstoles, misioneros de Jesucristo y de su Evangelio en pleno siglo XXI.
Seguro que San Vicente nos ayudará desde el cielo, pues ahora es tiempo de una renovada evangelización de nuestras sociedades, tal y como nos recordó el Concilio Vaticano II y los Papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Nuestra vocación: ser santos. Nuestra misión: evangelizar en comunión con toda la Iglesia.
José Vicente Martínez, abril de 2023.
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