En abril de 1975 caía Nom Pen en manos de los Jemeres Rojos los cuales inmediatamente pusieron en marcha la evacuación masiva de la ciudad que por entonces contaba con más de dos millones de habitantes. Hombres, mujeres, ancianos, niños e incluso enfermos fueron lanzados a las carreteras sin conocer su destino y en apenas unas horas, reduciendo una de las ciudades más grandes de Asia en un pueblo fantasma.
Bajo la dirección de Pol Pot, el régimen se propuso la creación de un modelo socialista agrario basado en los ideales del maoísmo y el estalinismo. Su política se caracterizó por la ruralización forzada de los habitantes de los núcleos urbanos, torturas, ejecuciones masivas y trabajos forzados generalizados.
Se buscaba la creación de una sociedad nueva, basada en el trabajo campesino, de la que había que erradicar toda conciencia y lógica burguesa. Para ello era preciso abolir los mercados, la moneda, prohibir todas las religiones, ejecutar a los líderes del régimen anterior, expulsar a los extranjeros, cortar los vínculos con el exterior y recluir a toda la población en comunas agrarias con el fin de multiplicar la producción de arroz. El “Ankar supremo”, como se llamaba el gobierno, obligaba a vestir de oscuro y a trabajar jornadas interminables. Las relaciones familiares estaban controladas y se organizaron bodas grupales entre desconocidos con el objetivo fomentar la natalidad. La alimentación solía ser escasa y la atención médica muy deficiente. Cualquier símbolo de progreso era objeto de rechazo, de modo que libros, gafas, bicicletas, automóviles, etc. fueron perseguidos como creaciones del imperialismo.
Fueron apoyados por el partido comunista chino y el propio Mao, de tal manera que al menos el 90% de la ayuda exterior provino de China, y solo en 1975 recibió de ella al menos mil millones de dólares en ayuda económica y militar. Fue una variante de la revolución cultural china.
Se calcula que en el genocidio unos dos millones de cadáveres terminaron en fosas comunes. En la foto un osario de las víctimas. Las siniestras imágenes de los centros de tortura y los aterradores testimonios de los supervivientes conmovieron al mundo, no obstante, Estados Unidos consiguió que la ONU siguiera considerando al régimen de la “Kampuchea Democrática” como representante legítimo del país, en uno de los episodios más oscuros de la organización internacional.
Este intento de imponer al pueblo un nuevo modelo de sociedad tribal fracasó rotundamente y los estudiosos del socialismo llegaron a la conclusión de que el problema fue que los camboyanos ya tenían la mentalidad lo suficientemente civilizada como para rechazar la imposición de golpe del tribalismo.
Así pues, determinaron que para que triunfen sus planes tenían que ser precedidos por una revolución cultural que dispusiese las mentalidades y los temperamentos para aceptar el éxodo de la civilización. Esto es lo que pretenden hacer gradualmente con maniobras como la difusión del virus chino, la fantasmada del cambio climático atribuido a la acción humana, la invasión de paganos en las naciones de origen cristiano, las teorías de género, la masculinización de la mujer, la abolición del dinero o la guerra de Ucrania como mecha para una Tercera Guerra Mundial. Es la llamada “agenda 2030”.
Este artículo se publicó originalmente en https://plineando.blogspot.com/
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