Hay personas y partidos políticos a los cuales les oigo criticar continuamente la agenda 2030 y el globalismo luciferino en general con su pin representativo del ojo de Horus masónico junto con su arco ”iris” en las chaquetas de todos los mentecatos que sirven a esa agenda y con ello al padre de la mentira. Vale, me parece cojonudo criticarlo.

El problema es que esas personas o partidos (como algún pepero o como VOX, por ejemplo), son de ideas liberales. ¿Pero estamos tontos?. La agenda globalista no es más que la consecuencia evidente de la ideología liberal, es su criatura.

Es el programa luciferino que lleva siendo horneado e introducido en las naciones durante más de cuatrocientos años y vendido durante ese tiempo como la panacea que soluciona todos nuestros problemas terrenales, cuando es más bien al contrario siendo como es el origen de todos ellos.

Las ideas liberales, que sólo están hechas para engañar a cuatro insensatos sin apenas cultura por falta encima de profundidad mental, para que el padre de la mentira les fornique luego en un descampado, eso sí con vaselina, pero robándoles de paso su alma, son precisamente los principios que nos han traído con el tiempo hasta esa agenda horrible y a este mundo hecho ya para los locos. ¿Pero es que no lo pillamos?.

Como he dicho más arriba, me parece cojonudo que se ataque esa agenda y toda la basura que contiene y por supuesto a los que la han creado, pero debemos de hacerlo desde posiciones antiliberales pues lo contrario es comportarnos como verdaderos idiotas.

Resumiendo. Para atacar y acabar con esa agenda como es debido es necesario ir a la raíz, es decir, identificar y suprimir previamente toda idea liberal, que es un veneno que nos ha corroído como civilización, y a partir de ahí reconstruir una sociedad y un mundo que tenga nuevamente a Dios en el centro de todo. Por desgracia, desde hace demasiado tiempo parece ser que no escuchamos a nuestro Señor una mierda y así nos va, de culo cuesta abajo y encima sin frenos, vamos, que nos viene una hostia segura como no recapacitemos, un poco por lo menos, y cambiemos de rumbo de una vez.

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