Taller, cuadro de Vermeer, el famoso colorista holandés del siglo XVII, pertenece al Museo de Historia del Arte de Viena.

El título del cuadro, para ser más explícito, debería ser Ambiente en un taller, pues la verdadera proeza del artista no consiste tanto en la descripción de los elementos físicos del estudio, pintor, modelo, caballete, tela, mapa, lámpara, cortina, etc., sino en revivir el ambiente tan lleno de significado psicológico que desprende el conjunto de todos estos elementos.

La sala es baja, sobre todo en comparación con otros edificios de la época. Si el pintor se pusiera en pie sobre la banqueta podría tocar el techo con la mano. La impresión de poca altura es realzada por la lámpara de no pequeñas dimensiones. La pared está pintada simplemente de un solo color. Parece robusta y simple, como una residencia modesta y común de pequeña burguesía. Esta idea de fuerza, estabilidad y simplicidad casi rústica es acentuada por las vigas a la vista en el techo, oscuro, sobrio, enteramente común.

En una sociedad cristiana, la pequeña burguesía constituye un valor precioso e indispensable. Su vida ordenada, seria, simple, pero dotada de una dignidad fundamentalmente superior a la del trabajo manual, representa en la escala armónica de valores un elemento de transición indispensable entre el obrero y el burgués. La despreocupación, la naturalidad, la intimidad y el confort son el encanto propio de la vida pequeño burguesa. Es lo que en esta sala se nota. Constituye un mundo cerrado. Dentro de ella, el hombre se siente en una atmósfera moral específica, completamente diferente de la calle, a la cual quizás dé la ventana, pero que queda psicológicamente a mil leguas del pintor y del modelo.

“Ambiente cerrado”, sí. Sin embargo, ambiente no vacío y sin vida. En él penetran diversas claridades de varios tipos. De la ventana viene una luz espléndida, que inunda a la modelo y se transforma en suave e inteligente penumbra junto al pintor. Un suelo de mármol sirve para multiplicarla ligeramente y dar a este ambiente casi pobre una nota agradablemente contradictoria, de riqueza y distinción. Esa sensación de riqueza es acentuada por una opulenta cortina de un tejido ricamente trabajado, y por un espléndido mapa mural, que da una impresión de intelectualidad y amplitud de horizontes.

Se diría que el talento y el lujo lucen en esa penumbra de simplicidad, como la luz brilla con mil tonalidades diversas, en el rostro de la modelo, en la espalda del pintor, en la bota de su pierna derecha, en el mapa y la lámpara, en la meditativa y recogida oscuridad de la sala. Es la belleza específica de un ambiente pequeño burgués, fuertemente intelectualizado y un tanto holgado en recursos económicos.

En definitiva, la sala tiene ambiente. Y el alma humana necesita compartimentos cerrados donde organizar ambientes hechos según sus propias necesidades, como el cuerpo necesita de casa y abrigo para no perecer.

Existe la tendencia en muchos arquitectos modernos a ignorar esta imperiosa necesidad del alma, al construir casas en que el hombre se siente como en la calle. Nada aislado, recogido, típico. Todo permeable, anodino, vulgar. Desde luego no faltan decoradores que completen sus obras.

Este artículo se publicó originalmente en https://plineando.blogspot.com/

COMPARTE:

Advertisement. Scroll to continue reading.

TE NECESITAMOS: Google nos ha censurado la publicidad por ser peligrosa nuestra información. Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política por lo que puedes  colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)