En los escritos de San Juan Bosco se encuentra la siguiente observación curiosa: En cuanto a los malos, diré una sola cosa que acaso parecerá inverosímil, pero es ciencia cierta tal cual la digo. Supongamos que, entre 500 alumnos de un colegio, haya uno de vida depravada, de pronto llega un nuevo alumno, también él vicioso, son de distinta región y provincia, hasta de nacionalidad diversa, están en curso y local distinto, no se han visto nunca ni conocido nunca, pues, no obstante, al segundo día de estancia en el colegio, y tal vez a las pocas horas, los veréis juntos durante el recreo. Parece que un espíritu maléfico les hace adivinar quién está manchado de su misma pez o como si un imán demoníaco los atrajera para trabar íntima amistad. El “dime con quién andas y te diré quién eres” es un medio facilísimo de dar con las ovejas sarnosas, antes de que se truequen en lobos rapaces. No son para colegios corrientes.
Un testimonio de observador tan veraz, experimentado y competente en asuntos pedagógicos, no puede ser puesto en duda.
Ahora bien, este testimonio nos pone en presencia de un hecho que no es difícil observar igualmente entre adultos, ya sea en los episodios corrientes de la vida cotidiana, ya en los grandes acontecimientos históricos. Cuando el mal llega a ciertos niveles de profundidad en las almas, éstas aparecen dotadas de una agudeza de vista que les permite, a través de indicios que pueden parecer insignificantes para otros, llegar a reconocer de lejos a sus congéneres. A tal agudeza de vista se añade otra peculiaridad: una recíproca atracción que los une rápidamente, en íntima convivencia, a despecho de muchas circunstancias que les puedan separar como diferencia de origen, de edad, etc. Es fácil ver como de la conjunción de elementos de tal índole, se origina, naturalmente, un grupo y hasta una corriente que funciona como un tumor que destilase veneno. En la intimidad del grupo, se forma por la recíproca emulación, un ambiente diametralmente opuesto al ambiente general en que se encuentra. Tal diversidad engendra, necesariamente, antipatías, fricciones, odio contra la mayoría. Tal odio podrá conservarse encubierto, por motivos de convivencia, pero, en algunos casos, la misma necesidad de callar, aumentará su virulencia. Es una consecuencia forzosa que quien se encuentra a disgusto en un ambiente, pugna por modificarlo. Y al enfrentarse con obstáculos, lucha por eliminarlos. Si estos obstáculos no se dejan eliminar pasivamente, darán lugar al enfrentamiento.
En la foto Don Bosco rodeado de sus alumnos.
Este artículo se publicó originalmente en https://plineando.blogspot.com/
COMPARTE:
EMBÁRCATE EN LA LUCHA CONTRARREVOLUCIONARIA: Si quieres defender la cristiandad y la hispanidad, envíanos tus artículos comentando la actualidad de tu país hispano, o colaboraciones sobre la fe católica y la cultura, así como reseñas de libros, artículos de opinión… Ya superamos las 12.000.000 de páginas vistas anualmente en todo el mundo, únete a nuestro equipo de voluntarios y difunde la verdad compartiendo en redes sociales, o remitiendo tus colaboraciones a redaccion@tradicionviva.es . Puedes seguirnos en Telegram: t.me/tradicionviva / Facebook: @editorial.tradicionalista / Twitter: @Tradicion_Viva / Youtube: youtube.com/c/tradicionvivaTv / Suscríbete a nuestro boletín digital gratuito, pulsa aquí.
TE NECESITAMOS: Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política; puedes colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)