Un hecho como otros que se suceden en las relaciones laborales dentro de un sistema capitalista, no el más grave para los derechos de los trabajadores ni el más perjudicial contra su dignidad, pero sí bastante significativo. Hoy en día las grandes cadenas y centros comerciales abren los domingos y festivos de toda índole, en el reciente convenio de grandes almacenes se consagra la apertura indiscriminada sin que el trabajador tenga retribución alguna. El católico domingo para descansar se tira al cubo de la basura en un sector que no es esencial y así se consagra en leyes que afirman defender la libre competencia pero que precarizan al trabajador, proletarizan al pequeño empresario y destruyen las economías locales.
Decía san Agustín en una de sus máximas que el hombre no tiene razón para filosofar si no es para ser feliz, nosotros apuntamos que una vez cubiertas sus necesidades básicas el hombre no tiene necesidad de trabajar si no es para hacer feliz a su familia y a él mismo. Sin embargo, el sistema capitalista carece de una ética espiritual, su permanencia y éxito se circunscribe a la exaltación de una pasión baja del ser humano como es el egoísmo – el lucro personal a toda costa-. Por lo tanto en ese sistema, también en el capitalista de estado o comunista, el trabajador ve reducida su existencia a trabajar y producir. No desconocemos que en las últimas décadas ese mismo trabajador ha incorporado una característica más a su deambular por el mundo como es la de consumidor, con las que el sistema pretende llenar los huecos abisales de una sociedad abierta compuesta por individuos nómadas, moldeables y entregados al consumo
Un sistema basado en las bajas pasiones es un sistema pecaminoso contrario a cualquier ideal católico. Nosotros en cambio creemos que el hombre está llamado a conocer a Dios en todas las facetas de su vida, incluido el trabajo. Pero ¿puede un hombre o una mujer que trabaja los domingos y todas las fiestas de guardar santificarlas?; ¿pueden esas personas fortalecer los lazos de su familia nuclear si se le secuestra en pro del lucro de unos poquísimos miembros de su sociedad? ¿Pueden esos trabajadores respetar unas relaciones laborales que no buscan el bien común de la sociedad?
Para los defensores del neoliberalismo la vida del hombre es solitaria, pobre, sucia, bestial y breve y por eso es preciso llenarla de cosas y quimeras. La apertura en domingos del comercio es una bestialización del trabajador, pero sobre todo del consumidor, auspiciada y propiciada por unas empresas preñadas de gigantismo y que tienden en el siglo XXI a volver a modelos laborales, que se creían felizmente fenecidos, ennegrecidos por lo que tienen de injusticia social. El trabajo actual es un trabajo de masas que mata el alma y hunde a la persona.
Llamaba un viejo cartel tradicionalista al trabajador para que rotas sus viejas cadenas luchara, desde la Tradición, para que no le oprimieran nuevos tiranos. Quizás hoy es un buen día para seguir esa llamada y resistir a esos tiranos que te piden que abandones a tu familia y dejes de entregarte a Dios, también en domingo.
Gabriel Lozano
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