(Gaudium Press) No, no ha llegado la por muchos anunciada primavera para la Iglesia en China, con la firma del acuerdo sino-vaticano del 2018.
Informa ahora Asia News que actualmente hay 67 obispos oficiales, permaneciendo un tercio de diócesis vacantes.
“Incluso entre los obispos reconocidos como tales también por la República Popular China, parece que al menos una docena son supervisados o manipulados por las autoridades civiles. Luego hay otros 13 obispos no oficiales (perteneciendo así a comunidades clandestinas, comúnmente definidas como clandestinas) que se mantienen bajo custodia y cuyas actividades están muy restringidas”, reporta la agencia de Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras. De un obispo clandestino, Mons. Su Zhimin, obispo de Baoding, hace varios años no se sabe nada, y algunos dicen que murió en prisión.
“Finalmente, hay que añadir al proyecto de ley otros 8 obispos definidos como ‘irregulares’: estos pueden ejercer su ministerio como simples sacerdotes (aunque uno, centenario, probablemente haya fallecido)”.
Además, abundan ciertos “obispos ilegítimos”, sacerdotes que se autoproclaman obispos, del que ya hay una lista de quince nombres.
Lo que sí no ceja es el deseo del régimen comunista de controlar a los fieles.
Después de que en marzo diversos medios denunciaran que el gobierno de la región de Henan obligará a los fieles a registrarse en la app religión inteligente, antes de asistir a un servicio religioso, llegan ahora los datos actualizados del departamento de Estado americano, que dicen que el año pasado el régimen encarceló hasta 10.000 o más personas por su práctica religiosa.
“Las autoridades continuaron arrestando y deteniendo a líderes y miembros de grupos religiosos, a menudo relacionados con grupos no registrados en las asociaciones religiosas autorizadas por el Estado (…) Según los informes, las autoridades utilizaron cargos vagos o insustanciales, a veces en relación con la actividad religiosa, para condenar y sentenciar a dirigentes y miembros de grupos religiosos a años de prisión”, expresa el informe del secretariado americano.
Esa persecución se enmarca en la campaña de “sinización”, es decir, que las creencias personales religiosas de los chinos se adapten al modelo nacional, lo que es sinónimo de adaptarse a la visión comunista de la cúpula gobernante.
Esa campaña de sinización incluye “exigir al clero de todas las confesiones que asistiera a sesiones de adoctrinamiento político y sugerir contenidos para los sermones que hicieran hincapié en la lealtad al PCCh y al Estado”.
En fin, cada vez más son los que cuestionan, incluso al interior del Vaticano, la continuación de ese acuerdo.
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