Los investigadores Guillermo Sánchez Martínez y John Arrizabalaga Valbuena recuperan, con estudio introductorio y notas, el relato de este integrante del primer movimiento internacional de la Cruz Roja, en su viaje por el frente norte del conflicto fratricida en 1874.
Puedes odiarlo y descubrir que te gusta, o gustarte y descubrir que lo odias. El relato del británico John Furley, integrante, como Nicasio Landa, del primer movimiento internacional de la Cruz Roja, no deja indiferente. Entre la flema y la altivez, matizadas por la intención benevolente y compasiva, Furley narra en Entre carlistas su periplo por el activo frente norte de la Tercera guerra carlista durante los convulsos meses de mayo y junio de 1874.Convencido humanitario, como tantos otros que entonces se empeñaron en intentar paliar el sufrimiento de los heridos, acudió como explorador enardecido en misión de salvación a una guerra intestina en un país extranjero, dispuesto a actuar como observador «neutral» del cumplimiento del Convenio de Ginebra aceptado por ambos bandos, y a extraer de esa experiencia lecciones con las que mejorar la organización y logística de ambulancias y hospitales en las guerras.Cada quien extraerá sus propias conclusiones sobre las motivaciones profundas del caballero John Furley en tan arriesgada empresa. Pero, ciertamente, su descripción de paisajes y paisanajes, tanto rurales como urbanos, del interior del País Vasco-Navarro y de la costa cantábrica entre Bayona y Santander, atrapan al lector y sumergen al caminante local en la nostalgia de sus propios paseos por territorios bien reconocibles.