La Contrarrevolución recibió el don de estar siempre en oposición a la acción más actual, más atrevida del demonio. Así es en nuestra época y así será en adelante, el extremo de la militancia. Donde esté la cabeza del demonio allí estaremos. Nuestra única ambición es ser el talón de la Señora de todos los Pueblos.
Es el Estado sacral y la Iglesia civilizante, ese binomio.
El espíritu del varón contrarrevolucionario se complace en la fina punta de la radicalidad, como el esgrimidor ama más la punta que el resto de su espada, y como el lancero, que ama más la punta que el resto de la lanza. Así también, la Contrarrevolución ama más su combatividad que sus otras acciones, porque es la fina punta de su radicalidad.
La Contrarrevolución practicando la lucha y corriendo el riesgo, siente en la lucha y en el riego el holocausto y en el holocausto la unión con Dios, que es lo propio del caballero, siente el esplendor de esa situación y se regocija de ese esplendor. Esto hace con que la Contrarrevolución, verdaderamente, se encuentre más altamente realizada que en cualquier otra situación, en el vórtice de la lucha y en el ápice del peligro. La lucha es nuestro hábitat. Somos los que sienten el esplendor de la lucha. Y por eso todas las cosas que somos, lo somos de manera caballeresca.
El corolario de la combatividad es una extrema sensibilidad de alma para la presencia del adversario. Y el corolario de la extrema sensibilidad para la presencia del adversario es la extrema perspicacia en detectar las metas de ellos. Y corolario de esta perspicacia es la extrema prudencia, es decir, el arte de poner los medios para alcanzar el fin, la extrema prudencia en la forma de encontrar las técnicas que le derroten. De manera que esta radicalidad, en la pauta de ella, se puede imaginar una espada en cuya punta floreciese, apareciese una flor, la punta de esta radicalidad da en el profetismo.
Es decir, el discernimiento de las vías de Dios en la historia, y de las vías del demonio en la historia. E incluso la mayor parte de las veces es de las vías del demonio, en sentido contrario a las de Dios. Y por esta forma la Contrarrevolución es la servidora y consejera nata, la aliada de todas las autoridades legítimas, que se dediquen a sus fines legítimos, contra su adversario inexorable y eterno. No se trata de tener autoridad, sino de inspirar a la autoridad.
Es más, sería pérdida de tiempo tener autoridad. Sino que se trata de localizar los puntos clave por donde todo nace, o todo muere y apuntar continuamente, mire…, cuidado…, quiera…, camine. Esta es la tarea de la Contrarrevolución.
Este texto se publicó inicialmente en https://plineando.blogspot.com/
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