Es corriente el uso de los vocablos “derecha” e “izquierda” para describir posiciones adoptadas en varios temas, básicamente en cuestiones políticas, sociales o económicas, aunque también en modos de sentir o de ser, así como en la literatura, en las artes, etc.
Un examen de los diversos significados de estos términos permite ver, a primera vista, un tal caos, que según muchos observadores esas palabras han perdido todo valor como calificadores de actitudes ideológicas, culturales o morales.
Sin embargo, sobre el talento, la cultura y la proyección publicitaria de muchos de los que piensan así desde hace tiempo, “derecha” e “izquierda” son todavía palabras de uso corriente y se diría que son indispensables para quienes realicen análisis ideológicos.
El derechismo afirma, pues, que en sí misma, la desigualdad no es injusta. Que, en un universo en el cual Dios creó desiguales todos los seres, inclusive y principalmente a los hombres, la desigualdad es la imposición de un orden de cosas que Dios, por altísimas razones, hizo desigual. Por tanto, la justicia está en la desigualdad.
En efecto, Dios creó las desigualdades, no aterradoras y monstruosas, sino proporcionadas a la naturaleza, al bienestar y al progreso de cada ser, y adecuadas al orden general del universo. Tal es la desigualdad cristiana.
Consideraciones análogas se podrían hacer acerca de la libertad en el universo y en la sociedad.
Cuanto más una doctrina sea contraria a la trilogía de 1789 y se aproxime de ese patrón de desigualdades armónicas y proporcionadas, tanto más será derechista.
Hubo derechistas que hicieron concesiones al espíritu igualitario, porque ellos mismos estaban infiltrados de los principios revolucionarios que combatían. Véase el cuño socialista del fascismo y especialmente del nazismo.
Por esto, el vocablo “derecha” no alcanzó en el lenguaje corriente un sentido tan claro como “izquierda” y ha servido para designar no sólo al verdadero derechismo de inspiración cristiana, sacral, jerárquico y armónico sino también derechismos modelados en parte por tradiciones cristianas y en parte por principios ideológicos. La religión tiene un papel central en esta concepción derechista auténtica pues el derechismo laico o ateo es absurdo, porque el universo y el hombre son impensables sin Dios.
En la foto, la firma del reciente Acuerdo de Elche, para desalojar del poder municipal a la izquierda, realizada ante la ermita de Santa Ana, la cual incendiaron y destruyeron las izquierdas en 1936. En esa localidad alicantina se celebra cada año la famosa ceremonia en honor del cuarto dogma mariano, la Asunción de María al Cielo.
Este artículo se publicó originalmente en https://plineando.blogspot.com/
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