(Gaudium Press) Cuando Dios decide realizar sus grandes intervenciones en la Historia, las gracias más marcadas y sobresalientes no son como los favores comunes que Él concede a cada individuo cada día, sino que el Creador elige a algunas personas que, a veces, son hasta modeladas naturalmente para la tarea a la que les ha destinado.

En atención al amor que Dios nutre a estas personas –antes incluso de haberlas creado, porque representan, en su sabiduría, un papel especial en los planes divinos–, ya sea en virtud de sus propias actitudes, ya sea por la correspondencia o no correspondencia de los llamados a orar y sacrificarse por ellos, estas personas pueden ser dotadas de una fuerza de impacto en la Historia que la lleve adelante.

Para usar una imagen belicosa, sería como un tanque de guerra que avanza sobre una pared y la derriba, pudiendo atravesar incluso una manzana entera en línea recta. Estas personas son los tanques de la historia. […]

Hay dos maneras en que alguien puede demostrar que tiene un plan. Una es seguir el curso recto y llegar al final. Otra es, atravesando los peores y más variados obstáculos, dirigiéndose invariablemente en la misma dirección. Es una forma de fuerza del plan. Dios combina los dos métodos, a veces repartiendo majestuosamente obstáculos a algunos, para luego hacerlos brillar más espléndidamente, casi como si fueran los autores del plan que llevaron a cabo.

Sin embargo, el archiplan de Dios consiste en obtener del curso de las cosas -hablando en lenguaje humano- una cierta parte de gloria. Entendiendo bien que, puesto que el Todopoderoso creó seres inteligentes y libres en número incontable, muchas de estas criaturas harían lo contrario de lo que Él quiere. […]

Los elegidos, en el sentido en que lo fue el pueblo elegido y la Iglesia católica, ocupan un lugar muy importante en los planes de Dios, pero las ofensas cometidas por ellos juegan un papel muy importante en la justicia divina. El Creador es misericordioso con ellos, pero sus pecados lo ofenden especialmente y le pesan mucho para que el modifique sus planes.

Entonces, toda la historia gira en torno a la gratitud y la ingratitud de los elegidos. Muchos de las señales sinuosas y espantosas de la Historia, incluido el hundimiento o aparente derrumbe de las instituciones, están relacionados con los pecados cometidos en las mismas instituciones, que, según su correspondencia o no con la gracia, quedan con cierta libertad, concedida por Dios, de trazar los planos de la Historia, cerniéndose sobre ellos una extraordinaria gloria o culpa para el curso de la humanidad.

La providencia, de vez en cuando, suscita un vengador de los planes divinos desperdiciados, que no es necesariamente el que castiga, sino el que destruye la confusión. Esto, pues, restituye la claridad del rumbo y el caminar de las almas.

Hay, pues, todo un juego de almas fieles e infieles, incluidas las víctimas expiatorias, que conservan o degeneran las instituciones, y un juego de misericordia y justicia que sólo Dios conoce. Luego va creando otras almas, suscitando vocaciones, dando gracias para realizar un plan, porque en su infinita bondad concedió a algunas almas el honor de marcar junto a Él el rumbo de la Historia.

Extraído, con pequeñas adaptaciones, de: CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. A História gira em torno dos eleitos. In: Dr. Plinio. São Paulo. Ano XXIII. N.267 (jun., 2020); p.21-23

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