Entrevista publicada originalmente en inglés en https://edwardslavsquat.substack.com/
Tuve el gran honor de entrevistar al periodista moldavo Iurie Rosca, cuyo trabajo se ha centrado en exponer la infiltración occidental en el mundo ex soviético, al tiempo que destaca los peligros que nos esperan a todos a medida que la hegemonía estadounidense es reemplazada por una tecnocracia global basada en el «modelo chino».
Además de su trabajo en periodismo y publicaciones, Rosca dirigió el Partido Popular Demócrata Cristiano de Moldavia, y se desempeñó como diputado en el parlamento de su nación durante cuatro mandatos entre 1994-2005. Fue nombrado dos veces Vicepresidente del Parlamento moldavo y se desempeñó como Viceprimer Ministro de Agencias de Seguridad.
Un cristiano ortodoxo devoto, Rosca es un acérrimo anticomunista, y después de la caída de la Unión Soviética se convirtió en un antiliberal opuesto al Occidente colectivo.
Dirigió varios sitios web que fueron cerrados en marzo de 2022 por órdenes del Servicio de Seguridad e Información de Moldavia. Actualmente es curador de un popular canal de Telegram donde publica textos y videos traducidos a varios idiomas. Rosca es también autor de varios libros en rumano, ruso y francés.
Su último ensayo, «Coming Soon: The Apocalyptic Phase of Technocracy And Transhumanism», fue publicado por Technocracy News en junio.
¡Comencemos!
Iurie, cuéntanos sobre tus antecedentes y tu enfoque del periodismo. Usted es el organizador de una conferencia anual en Moldavia, ¿es correcto?
Comencé mi lucha por la libertad hace unos 35 años contra el Imperio Soviético, y continúo luchando contra el Imperio Americano hasta el día de hoy. Para mí es inaceptable estar afiliado a cualquier centro de poder. De lo contrario, no puedo ser un periodista libre y hacer análisis políticos honestos. Publico libros escritos por algunos amigos del extranjero (especialmente de disidentes franceses). Algunos de estos libros son míos. También trabajo como traductora.
Mis implacables críticas a las redes de influencia occidentales y al globalismo satanista me han convertido en un objetivo de los Estados Unidos y Bruselas. Soy un crítico abierto de la ocupación económica, política, cultural, informativa y, más ampliamente, civilizatoria impuesta por la corporatocracia occidental en el espacio ex comunista.
Pero a diferencia de la gran mayoría de los disidentes que están en contra de la hegemonía occidental, no me afecta la sovietolatría, la nostalgia por el régimen comunista, ni practico la putinomanía como una forma de adoración neopagana y ceguera intelectual. Este tipo de síndrome a veces es promovido por personas inteligentes que buscan patrocinio de grupos afiliados a Moscú. Pero tales compromisos morales no son para mí. El clientelismo y el espíritu mercenario pueden envolverse en nobles intenciones, pero eso no cambia su esencia.
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En 2017, con un grupo de amigos de Occidente y Rusia, organicé una conferencia internacional llamada Foro de Chisinau. Esta plataforma se ha convertido en una especie de think tank, lo que resulta en una estrecha cooperación en la prensa alternativa internacional.
El Foro organiza conferencias públicas en varios países y ha publicado varios libros de autores soberanistas. Desafortunadamente, en los últimos tres años tuvimos que cancelar nuestra conferencia debido a la falsa pandemia. Pero espero que podamos volver a convocar el Foro de Chisinau en septiembre de este año. El tema del evento de este año será: «La Agenda 21 de la ONU y el GRAN REINICIO: La caída del liberalismo a la tecnocracia y el transhumanismo».
En mayo publicaste un ensayo verdaderamente fascinante titulado «Cómo superar el punto muerto paradigmático» [que todos deberían leer, es una verdadera revelación, Edward]. Comienzas este artículo con una declaración muy provocativa: «A pesar de los grandes conflictos entre varios países, todos están siguiendo sumisamente la misma agenda globalista». ¿Puede explicar cómo llegó a esta conclusión? ¿De qué manera las potencias mundiales siguen la «misma agenda globalista»?
Para 2020, especialmente después de que Rusia condenara el golpe de 2014 en Kiev y tomara el control de Crimea, esperaba que la administración Putin hubiera decidido poner fin al inquietante estatus de Rusia como colonia occidental, como república bananera de la corporatocracia globalista, como proveedor de materias primas a los países ricos de Occidente.
Incluso esperaba que hubiera una purga de aquellos que habían estado en control del bloque económico y financiero del gobierno, incluido el banco central, durante más de 30 años, y Moscú ofrecería una alternativa geopolítica clara y distinta al mundo.
Pero mis expectativas fueron en vano. La «Quinta Columna» (la vasta red de agentes respaldados por Occidente) permaneció intacta en la administración estatal, y la red de oligarcas de tipo mafioso continuó explotando los vastos recursos naturales de Rusia para su beneficio personal, en detrimento del país.
Donbass fue abandonado durante ocho años, el asesinato de la población pacífica en esta región continuó diariamente, y los acuerdos de Minsk confirmaron mi temor de que Rusia no tuviera un liderazgo capaz de manifestarse como una alternativa real y efectiva a Occidente.
La evolución de los acontecimientos en Rusia ha demostrado que, de hecho, la administración Putin es solo el dócil ejecutor de las órdenes de la «plutocracia rusa». Bajo el régimen actual, el país podría ser llamado sin exageración una «xenocracia» (gobierno de extranjeros). Y, como en todos los países capitalistas, el factor económico ha subyugado al factor político, siendo los estadistas sólo títeres del capital.
La falsa pandemia lanzada en 2020 ha confirmado sin lugar a dudas que Rusia, al igual que China y los otros países BRICS, están sujetos a un solo centro de comando.
Este gobierno mundial en la sombra impone directivas vinculantes a todos los estados a través de sus centros de comando como la OMS y GAVI. El genocidio global, la destrucción de la economía mundial, el asesinato por vacuna, la imposición de máscaras, el distanciamiento social, los confinamientos y el autoaislamiento: estas políticas se encontraron con resistencia solo en varios países africanos, cuyos líderes pagaron con sus vidas. Bielorrusia y Suecia también resistieron en parte.
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En el verano de 2020, Klaus Schwab lanzó su infame libro «Covid-19: The Great Reset», un manifiesto de la reorganización de la economía mundial por parte de la tecnocracia demoníaca, la liquidación de la propiedad privada, la modificación genética y la vigilancia total de la humanidad. Llamé a esta nueva realidad a nivel internacional «el fin de la geopolítica clásica».
La falsa pandemia ha expuesto la obediencia total de falsos centros de poder que dicen ser una alternativa al «Occidente colectivo», hay muchos más indicios de que esos conflictos económicos, diplomáticos e incluso militares entre estados no anulan, sino que solo desvían la atención pública de la existencia de una agenda internacional única, válida para todos los países sin excepción. El nombre de esta agenda ha sido bien conocido desde la Cumbre de la Tierra de Río de 1992, que estableció una estrategia de desarrollo única para todos los países del mundo. Pero incluso después de tres décadas, muchos de nosotros no pudimos detectar esta nueva realidad geopolítica.
Desde entonces, los círculos globalistas han impuesto el mito del cambio climático, la trampa de la biodiversidad y la desviación tecnocrática del «Desarrollo Sostenible» en toda la humanidad. Todas estas iniciativas se han lanzado contra nosotros con una fuerza similar a la del tsunami, especialmente después de 2020. Escribí sobre esta agenda común para toda la humanidad en mi último ensayo, que fue publicado por Technocracy News.
Entonces, mientras que las fuerzas satanistas han subordinado al mundo entero a ellos, promoviendo su agenda a través de la ONU, hay que ser ciego o mercenario para no ver que incluso después del comienzo de la guerra en Ucrania, no hubo ningún cambio en la política interna de la administración Putin con respecto a la implementación en curso de Moscú de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, sin mencionar la digitalización masiva de la sociedad. la supervisión y control total sobre los ciudadanos, la eliminación del dinero en efectivo, y la política de implementación de la moneda digital, etc., etc.
Una percepción superficial del conflicto Oeste-Este nos coloca del lado de los países orientales. Pero es importante recordar que Occidente se ha vuelto global, logrando colonizar el mundo entero. Los Estados están experimentando actualmente un dramático proceso de dessoberanización, y los verdaderos líderes del mundo se están reuniendo dentro de entidades extraterritoriales (Big Money, Big Tech, Big Pharma, Big Media, etc.).
Es por eso que sostengo que estamos en un punto muerto geopolítico, del que solo una guerra podría ayudarnos a escapar. Nadie quiere una guerra, pero los globalistas han concentrado un arsenal tecnológico masivo que podría controlar fácilmente a todos los países y a todos los seres humanos del mundo. Sólo una ruptura importante puede proporcionar una oportunidad para destruir el sistema actual de dominación mundial. Todo lo demás es propaganda para tontos y una oportunidad para que los especuladores ganen más dinero.
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En el mismo ensayo usted describe a Beijing como una potencia económica y política emergente. Pero también advierte que China es «un proyecto piloto, un modelo de sociedad que se impondría a todos los estados». ¿Cómo describirías el «modelo chino»?
Para entender el papel asignado por la élite globalista a China, tenemos que volver a la visita secreta de Henry Kissinger a Beijing en julio de 1971, seguida de la visita oficial del presidente Richard Nixon en febrero de 1972.
No por casualidad, Kissinger es conocido como un fiel aliado de uno de los personajes más siniestros del siglo 20, David Rockefeller. Fue Rockefeller quien fundó el famoso Club de Roma en 1968, que produjo en 1972 el odioso informe «Los límites del crecimiento». Este documento es la clave para entender la estrategia maltusiana de despoblación, pero también para entender la desindustrialización de los países occidentales. Con la penetración de los globalistas en China, se lanzó una operación especial de una escala colosal para destruir la fuerza económica de Occidente, a través de la famosa política de desregulación.
El escape de capital e industrias de los países occidentales a China y otros países asiáticos como resultado de grandes transformaciones en las políticas económicas ha debilitado a Occidente y producido el «milagro chino». Recordemos que las élites globalistas no tienen lealtad a ningún estado, siendo extraterritoriales por excelencia y persiguiendo una sola estrategia: la dominación mundial. El Imperio Británico, luego el estadounidense, fueron utilizados para este mismo propósito, y ahora ha llegado la era del triunfo mundial de China.
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Para ayudar a demostrar cómo China es un instrumento geopolítico en manos de las élites globalistas de la «marca Rockefeller», podemos consultar un documento clave: el informe anual 2010 de la Fundación Rockefeller, que sirve como un excelente ejemplo de programación predictiva al profetizar con precisión la Plandemia Covid-19 una década antes de que llegara.
Este informe, «Escenarios para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional», tiene un capítulo muy interesante, Lock Step, que ha sido citado miles de veces desde el comienzo de la estafa de Covid-19 (si aún no lo ha hecho, lea las páginas 18-26). Este informe prevé, hasta el más mínimo detalle, la mayor parte de lo que presenciamos 10 años después, incluido el hecho de que el «virus» apareció en China. Y el informe pronosticó correctamente que la tiranía médica china (máscaras, confinamientos, cuarentenas, etc.) sería aclamada por su «eficiencia».
Los elogios del sindicato criminal Rockefeller por el manejo de China de la «emergencia médica» pueden describirse como la apoteosis de Beijing. China fue y sigue siendo hasta el día de hoy la herramienta más importante para marcar el comienzo de la gobernanza global y el Nuevo Orden Mundial.
Algunos otros ejemplos de la «utilidad y la eficiencia» del llamado régimen comunista, pero de hecho tecnocrático, de China: ¿Recuerdas recordar el Evento 201? Como por accidente, el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, una universidad que ha sido una herramienta del clan Rockefeller durante el siglo pasado, en asociación con el Foro Económico Mundial (la principal entidad de los globalistas) y la Fundación Bill y Melinda Gates (el jugador clave en el asesinato masivo de vacunas a nivel internacional, y un jugador principal en Big Pharma, incluyendo GAVI) organizó este «ejercicio pandémico» de alto nivel el 18 de octubre de 2019 en Nueva York. Fue la última sesión de entrenamiento para la élite demoníaca globalista antes de la operación especial Covid-19. Una vez más, como por accidente, las autoridades sanitarias de los Estados Unidos y China estaban presentes.
Y una vez más, por pura casualidad (predicha al menos dos veces, en 2010 y en 2019) comenzó la siniestra estafa de Covid-19 en China. Y como era de esperar, China fue elogiada por globalistas como Soros, Gates y Schwab por su efectividad en la lucha contra la falsa pandemia.
Un ejemplo más de la supuesta soberanía y milagro económico de China: recientemente Beijing recibió la visita de un querido amigo del pueblo chino, Bill Gates. Como informó Reuters:
El presidente chino, Xi Jinping, llamó a Bill Gates «un viejo amigo» y dijo que esperaba que pudieran cooperar de una manera que beneficiara tanto a China como a Estados Unidos, en la primera reunión de Xi con un empresario extranjero en años.
Pero en realidad, el evento más reciente que confirma el papel principal de Beijing en la agenda globalista fue la Reunión Anual de los Nuevos Campeones del FEM, celebrada del 27 al 29 de junio en Tianjin, China.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, es de vital importancia entender el papel asignado por la élite globalista-satanista a China en el Nuevo Orden Mundial. China es el proyecto piloto de la tiranía tecnocrática mundial, que esperan imponer a absolutamente todos los países, bajo un solo centro de poder que controla el mundo, muy probablemente para 2030, como se establece en la Agenda de la ONU adoptada en 2015 en París, que finalmente impone el mito del cambio climático, la idea draconiana de «desarrollo sostenible». y pone fin a la soberanía nacional y las libertades personales restantes.
Control total de cada persona, el fin de cualquier tipo de libertad política, económica o ideológica, el transhumanismo, el totalitarismo digital, la vacunación obligatoria, la modificación genética de todos los seres humanos y la manipulación del clima.
Este será un régimen distópico a escala internacional, dominado por fuerzas demoníacas que pretenden organizar mejor nuestras vidas.
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La parte humorística de este inquietante plan con felicidad modelada por China para todas las naciones, abrazada por el liderazgo y los propagandistas de Rusia, es el llamado proyecto One Belt One Road.
¿Podría algo de esto ser una ocasión de alegría para un patriota, para un intelectual familiarizado con la idea de la dominación económica como condición previa para la dominación política, cultural y de civilización? Si China, y no Estados Unidos, es el vehículo para imponer un nuevo orden global, ¿significa esto que debemos renunciar a nuestra independencia, nuestra identidad nacional, cultura y tradiciones? ¿Debemos renunciar a las esperanzas de soberanía nacional, de crear bloques regionales centrados en ideas civilizatorias comunes con raíces en la misma tradición religiosa?
Al presenciar esta tragicomedia sin precedentes para la historia humana, siento pena por aquellos que afirman que China sería una alternativa positiva a la hegemonía estadounidense y occidental, que obviamente encarna uno de los mayores males que el mundo ha conocido. Pero imagínense lo que viene: un GULAG digital mundial basado en el modelo chino, con vigilancia total, con prisiones llenas de disidentes, con puntajes de calificación social y terrorismo de Estado; no creo que esta sea una alternativa deseable para una persona normal que no se ha prostituido con los globalistas en Occidente, Rusia o China.
De hecho, es divertido que el Kremlin pretenda seriamente ser el «aliado» de Beijing. Rusia podría describirse con mayor precisión como vasallo de China.
Basta con mirar simplemente el comercio entre los dos países. Podemos determinar que Rusia ha escapado de su papel como semicolonia occidental en favor del mismo tipo de acuerdo con China, y en parte con India y Turquía.
¿Cuál es la situación actual en Moldavia con respecto a la tecnocracia y la tiranía médica introducidas por la «pandemia»? ¿Hay algún esfuerzo convencional o de base para resistir las iniciativas defendidas por la OMS, el FEM y otras organizaciones globalistas?
En la actualidad, el régimen político en Moldavia está completamente controlado por los estadounidenses, más precisamente por la red Soros. Muñecas hinchables sin personalidad, sin biografía, sin ninguna capacidad política o administrativa, pero leales a los amos occidentales. Los gobernantes promueven una política agresiva hacia Moscú, haciéndose pasar por un fiel aliado del régimen sionista en Kiev.
Cuando se lanzó la falsa pandemia en 2020, los llamados socialistas liderados por el presidente Igor Dodon, que era el favorito de la administración Putin, estaban en el poder. Y así como Putin y su régimen han mostrado una subordinación total a los satanistas de la OMS, también lo ha hecho el régimen títere en Chisinau, imponiendo violentamente el mismo terror, incluidas las inyecciones forzadas, utilizando un pretexto médico.
Después de que el régimen pro-ruso fue sucedido por el régimen pro-occidental liderado por Maia Sandu, quien se desempeñó como presidente en noviembre de 2020, se promovió la misma política de terror médico bajo el pretexto de la falsa pandemia. No hubo diferencia.
En general, todo el espectro político, de izquierda a derecha, ha adoptado la agenda de la OMS. La misma homogeneidad existe con las políticas económicas impuestas a través del FMI, el Banco Mundial, la OMC, la UE, etc.
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Los políticos de hoy son los cautivos irremediables del paradigma económico liberal, con el mito del libre comercio, el control sobre la inflación, los préstamos, las aduanas, las políticas fiscales y presupuestarias dictadas desde el exterior por el «Consenso de Washington».
Por otro lado, el proceso político en sí no existe. Solo hay dinero sucio, proveniente de centros de poder externos o de grupos mafiosos locales, que se convierten en exitosos proyectos mediáticos y políticos. Si tienes dinero, eres un «político» exitoso, si no, eres un perdedor.
Usted es bastante crítico con Moscú. ¿De qué «lado» estás en la guerra de Ucrania? ¿Quién tiene la responsabilidad final de este conflicto y qué se debe hacer?
Esta guerra es sólo un eslabón en una larga cadena de acontecimientos históricos. Las raíces del conflicto se remontan a la conocida obsesión del Poder de la Sede, la talasocracia o los anglosajones, de destruir a Rusia como Potencia Terrestre, como Telurocracia, un Estado cuyo poder deriva del dominio militar o comercial terrestre (Carl Schmitt).
Este conflicto es parte de lo que se llama constantes geopolíticas. Y no importa quién esté en el poder en Rusia: el zar Nicolás II, Stalin o Putin.
Los enemigos de Rusia tienen tres objetivos:
- Espiritual – la destrucción de la ortodoxia.
- Económico – tomar el control de los vastos recursos naturales de Rusia.
- Militar – para dominar Eurasia.
Como explicó Sir Halford J. Mackinder: «Quienquiera que controle Europa del Este controla el Heartland; quien controla el Heartland gobierna la Isla del Mundo; quien gobierna la Isla del Mundo gobierna el mundo».
Por supuesto, Rusia está en una guerra defensiva, y Ucrania es utilizada por la OTAN en esta guerra de poder. Pero la forma en que se presenta la administración de Putin muestra que Rusia tiene un liderazgo gerontocrático, inerte y anticuado, dominado por oligarcas e influenciado masivamente por agentes extranjeros. Al arruinar lo que podría haber sido una guerra relámpago exitosa, Rusia ahora está atrapada en una guerra prolongada que está causando sacrificios humanos colosales en ambos lados.
La sucesión del poder en Moscú a través de elecciones es imposible, un golpe es indeseable, Putin y Shoigu despertando de su letargo colectivo es inimaginable, y la aparición de sentimientos patrióticos entre la clase dominante es muy difícil de creer.
Y como siempre a lo largo de la historia rusa, toda esperanza está con Dios. Sé que el cielo está lleno de santos, mártires y héroes rusos que oran por la salvación de Rusia. Sé que Rusia no ha perdido por completo su hombría, y esta guerra está dando forma a una nueva generación de héroes, que también tendrán voz en los principales cambios políticos que seguirán en Rusia.
Todavía espero la derrota de los enemigos de Rusia y el triunfo del espíritu cristiano y patriótico, a pesar de todos los acontecimientos deprimentes.
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