El humanismo secular y el liberalismo son las principales filosofías que pervaden la política y la cultura moderna en la cual vivimos. Se podría decir que el humanismo secular es únicamente una filosofía y modo de ver al mundo, mientras que el liberalismo es la implementación y manifestación en la política del mismo concepto. Se trata de una filosofía política y social nacida del movimiento conocido como el “iluminismo francés”, que comenzó a partir del siglo XVIII. Destacaron las ideas de, entre otros, personas como los Franceses Voltaire y Montesquieu, el Suizo Jean-Jacques Rousseau, y el Inglés John Locke. En gran medida, sus filosofías consistían en, o llevaron a, el rechazo de Dios y sus preceptos, de la iglesia Católica, y a la rebelión contra las monarquías que regían en ese entonces. Los liberales veían con anhelo a los gobiernos paganos de la antigua Grecia y Roma, y por ello querían derrocar el orden monárquico Cristiano y regresar a los ideales “democráticos” de las civilizaciones paganas que ellos admiraban. Curiosamente, esta filosofía del “iluminismo” surgió al mismo tiempo que comenzaron a aparecer las logias masónicas, y muchos de sus filósofos se congregaban en ellas. No cabe ya mucha duda de que las dos cosas estaban profundamente vinculadas.

Del “iluminismo” también derivó la absurda noción de que no existe lo espiritual, y que solo debemos creer en fenómenos físicos tangibles; a esto se le llama materialismo. Cosas como el ateísmo, la falta de espiritualidad, la búsqueda de felicidad en propiedades materiales y dinero, y el libertinaje, devinieron de estas filosofías anti-Cristianas.

Estas filosofías también aseveran que el hombre puede hacer todo por si mismo con esfuerzo y ciencia; que no necesita de Dios para lograr ser como Dios mismo y para crear una civilización utópica que sería como una clase de paraíso (vaya que eso último suena prácticamente idéntico a lo que les decía la serpiente a Adán y a Eva cuando los engañó en el Edén).

Los gobiernos configurados como “Repúblicas” y mal-llamados “democracias” son un precepto central del liberalismo. Se tratan de justificar con la noción de que el voto en elecciones representa el consentimiento del pueblo a ser gobernado, y que esto legitima a la autoridad de los gobiernos liberales.

Mucha gente mal-entiende y piensa que el liberalismo consiste sencillamente en promover libertinaje sexual y los bacanales. Se tiene que esclarecer que aunque esto definitivamente forma parte del liberalismo, no es el liberalismo en sí, sino sólo un síntoma y una filosofía lateral. También es un engaño falaz pensar que existan en realidad partidos políticos “conservadores” que supuestamente se oponen a los liberales. Si participan en el proceso electoral, son por definición liberales; todos. Esto es simplemente otro engaño para controlar a las masas. Por definición, no se puede en realidad ser “conservador”, a menos que se busque la restauración del orden anterior, la monarquía Cristiana legitimada por decreto de Dios.

La filosofía del liberalismo y el humanismo secular tiene varios problemas de los cuales tenemos que estar percatados:

Los Cristianos no debemos de participar en los juegos sucios de nuestros gobiernos Satánicos. Porque votaríamos y daríamos nuestro libre albedrío para que nos opriman y nos humillen y se burlen de nosotros? Acabamos así siendo cómplices de todos sus crímenes. Debemos recordar que aquí en la tierra somos solo peregrinos desterrados, que nuestra verdadera ciudadanía está con el Reino de Dios (véanse 1 Crónicas 29:15, Hebreos 11:13, 1 Pedro 2:11 y Filipenses 3:20 ). Más bien, debemos hacer guerra espiritual contra estas potestades malignas y embusteras, del mismo modo que hacen ellos guerra espiritual contra nosotros con sus brujerías, engaños, y persecuciones; debemos orar a Dios por que venga sobre ellos ya el juicio divino que se merecen, y que venga a nosotros su reino y se establezca la verdadera legítima monarquía, en la cual regirá nuestro Señor Jesucristo (véanse Mateo 6:10, Efesios 6:12, Lucas 18:7-8 y Apocalipsis 19:15-16 ).

Esta es la guerra espiritual, y está por llegar a su apogeo y conclusión. Hay que permanecer despiertos y fieles, y perdurar, porque estamos luchando del bando que saldrá ganador al final. ¡Que Viva Cristo Rey!

“La Guerra Espiritual https://t.me/+lBMQKirlLEBkMWM5

(1) Muchas de estas personas que monopolizan el poder promueven el materialismo y el ateísmo. Pero en sus logias masónicas y aquelarres practican la magia negra, alaban y reconocen a Satanás, e invocan a demonios. Obviamente quienes están detrás de toda esta influencia no creen lo que predican. Promueven una cosa, mientras practican otra en secreto. Es sencillo: Es un engaño para alejar a la gente de Dios y debilitarlos espiritualmente. Esto último permite que los puedan manipular fácilmente, sujetarlos a hechizos demoníacos, y destruirlos con impunidad si es lo que les conviene; básicamente, los hace víctimas fáciles.

(2) El consentimiento de una turba confundida, sin educación, propagandizada, y a menudo perversa y psicótica, no legitima a ninguna autoridad. Solo la Palabra y el Juicio de Dios pueden hacer eso. Y ningún gobierno liberal secular-humanista tiene la aprobación de Dios. Esto quedó claro desde el momento en que el primero en establecerse (EE.UU.) consagró la doctrina de la “separación de la iglesia y el estado” en su Constitución. Al hacerlo, revelaron sutilmente su intención de rebelarse contra Dios y todos sus preceptos. Los gobiernos “democráticos” son ilegítimos, no tienen autoridad real, y como tales, sus leyes, decretos, y mandatos son todos inválidos. El liberalismo y el humanismo secular son un mal engañoso y reptante, que crea y se desliza por una pendiente resbaladiza que conduce a todo tipo de otros males hasta que finalmente crea el infierno en la tierra, lo contrario de la utopía que alegan poder crear con sus leyes, constituciones, y filosofías políticas inútiles. En fin, ningún gobierno liberal o llamado “democrático” es legítimo. Son todos una farsa y el mundo jamás estará bien hasta que sean todos destruidos en suma totalidad (véase 1 Corintios 15:24).

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