Las casas fueron evolucionando a lo largo de la historia. La gran casa medieval fue compartimentándose con el tiempo, introduciendo gradualmente elementos domésticos como muebles, ventanas con cristales, incorporando la electricidad, calefacción, agua corriente, teniendo la mujer un papel central en su configuración.
El historiador holandés Huizinga asegura que el paisaje llano y sedante de los pólderes y los canales, sin rasgos llamativos como montañas o valles, fomentó la sencillez del carácter neerlandés. Si un paisaje modela un pueblo, cuanto más el “paisaje” domestico, cabe pensar.
El estudio en que Durero pintó a San Jerónimo escribiendo con el león a sus pies contrasta con la idea del bienestar difundida en los anuncios de moda.
La Exposición Internacional del año 1925 celebrada en París sobre decoración se hizo con el propósito de romper con los estilos tradicionales de buen gusto en las artes decorativas. La primera premisa del certamen era la modernidad. Era obligado acudir con creaciones novedosas. En consecuencia, los proyectos debían alejarse de la tradición, excluyéndose rigurosamente las secciones retrospectivas del pasado, imitaciones o derivaciones de estilos antiguos o anteriores, siendo sólo admitidas las obras de inspiración nueva.
El castillo de Windsor, fue construido en 1070 por Guillermo el Conquistador, con la idea de que sirviese de línea defensiva de la capital inglesa. Visto desde el aire se tiene la impresión, en un primer momento, de que se trata del escenario para un encuentro de hadas. La inmensidad del edificio, la maravillosa variedad de sus partes, la delicadeza y la fuerza que se afirman en ellas, todo, en fin, da la sensación que se está en presencia de algo que supera con creces la realidad cotidiana. Ese edificio, ese fantástico conjunto de edificios es símbolo de una institución: la realeza británica. Este castillo no tiene la intención de exhibir masa, sino talento, no fue hecho para intimidar, sino para encantar, el súbdito que lo contempla no se estremece al verlo, no desea huir, sino entrar. Y esto por una sencilla razón: el rey es padre que llama afablemente a sí a los súbditos, y no el verdugo que los atemoriza. Las relaciones entre grandes y pequeños son influenciadas por este ambiente. La nobleza del señor se transmite a su servidor. Y la inmensa cocina de Windsor, que vemos en el dibujo, cocina de las más auténticas, es indiscutiblemente alta, noble, y digna, comunica algo de la dignidad real a la humilde actividad servil, y le da un esplendor como que regio. Porque en la civilización cristiana la grandeza del señor no humilla al servidor, sino que lo eleva.
Este artículo fue publicado originalmente en https://plineando.blogspot.com/
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