En la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz es el caso de considerar que la cruz es el árbol de la derrota, de la infamia y del dolor. Sin embargo, es el leño de la gloria. Y el que es aplastado con la cruz, vence. En cambio, quien vence sin la cruz es un perdedor.
El sufrimiento tiene que ser un bien muy considerable para que Dios, que ama tanto a su Hijo, le haya dado tanto sufrimiento. Y como después de a su Hijo, Él ama a la Santísima Virgen más que a cualquier criatura, quiso darle a Ella el sufrimiento como uno de los regalos más ricos, compartiendo con Ella todos los sufrimientos de la Pasión, haciéndola así Corredentora del género humano. El sufrimiento le vino con Jesús, “ese Niño incómodo” como dice Bossuet, porque Jesús, cuando entra en cualquier lugar, entra con su cruz, la trae con sus espinas y la distribuye a todos los que la aman.
Seis días antes de la Pasión, desde lo alto del Monte de los Olivos, Jesús derramó lágrimas sobre Jerusalén y profetizó su ruina. Anunció solemnemente su reprobación y la terrible catástrofe que, unos 40 años después, arrasaría la capital judía. Los escribas, cuando oyeron esa profecía, debieron temblar de miedo. Sin embargo, cegados y endurecidos como demonios, se irritaron por las amenazas que osaba pronunciar contra la ciudad santa.
En el Calvario, la multitud que afluía de todos lados se reunía alrededor de la montaña para saborear los últimos tormentos de los condenados y aplaudir la muerte del Mesías. Estaba a punto de llegar el mediodía. El momento era solemne como ningún otro en la historia de la humanidad: la gran tragedia, a la que asistían los ángeles, los hombres y los demonios, la tragedia del Hombre Dios, llegaba a su punto máximo.
Jesús sufrió todo esto y murió por la salvación de los hombres. Por nuestra salvación. ¿Qué hacemos para corresponder a este inmenso beneficio y no pactar con aquellos que crucifican al Hijo de Dios?
En los mensajes de la Señora de todos los Pueblos Ella insiste en que la cruz debe ser plantada en el centro del mundo. Todos tendrán que volver a ella, desde el más grande al más pequeño, tanto el pobre como el rico. Pero ni siquiera quieren escuchar. Calamidad tras calamidad, calamidades naturales…
La cruz de hierro forjado de la fotografía coronaba el pico más alto de España en el Teide, de la isla canaria de Santa Cruz de Tenerife, hasta que en 1990 lamentablemente fue retirada. Todo un hecho simbólico que representa el cambio político y social de la época.
Este artículo se publicó originalmente en https://plineando.blogspot.com/
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