En tiempos editorialmente menos pródigos pero más exigentes intelectualmente fueron habituales las publicaciones que recogían antologías o selecciones de los autores cuya lectura y conocimiento se consideraba imprescindible en una persona medianamente instruida. Colecciones como Breviarios del Pensamiento Español (Ediciones Fe) y Un Autor en un Libro (Compañía Bibliográfica Española) tuvieron entre sus protagonistas imprescindibles al filósofo catalán Jaime Balmes. Precisamente, siguiendo esa interesante costumbre, la editorial Rosamerón acaba de publicar una breve antología de Balmes cuya preparación ha corrido a cargo de Gregorio Luri.
Los muchos callan y los pocos gritan, título que se ha tomado de un artículo de El Pensamiento de la Nación de agosto de 1846, se compone de un buen número de fragmentos cortos y aforismos. (La escritura Balmes es tan clara y de estilo tan riguroso que resulta casi aforística, de tal manera que el lector no tiene la sensación de encontrarse ante una selección de extractos sino ante auténticas sentencias autónomas). Gregorio Luri, seguramente nuestro intelectual más preocupado por recuperar el legado olvidado del pensamiento español, ha sido el encargado de rebuscar y seleccionar estos textos y de escribir el amplio Epílogo donde da cuenta de la trayectoria vital e intelectual del escritor nacido en Vic (Barcelona) en 1810.
Sin entrar en la biografía de Jaume Luciano Balmes Urpiá —por lo demás, muy corta y no especialmente emocionante—, señalaré, en relación con el tema que nos ocupa, que Balmes, después de dirigir en Barcelona la publicación La Sociedad, se estableció en Madrid en 1844 donde fundó la revista El Pensamiento de la Nación (Periódico religioso, político y literario) de la que fue prácticamente el redactor único hasta su desaparición (146 números, desde febrero de 1844 hasta diciembre de 1846). Con el fin de resolver el problema dinástico defendió con tenacidad desde sus páginas el matrimonio de Isabel II con el Conde de Montemolín, hijo del pretendiente Don Carlos, una unión que pudo haber cambiado el curso de la historia de España. Finalmente, Isabel se casó con Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, con lo que se el conflicto con los carlistas quedó sin resolver. El grueso de su pensamiento político se encuentra en estos artículos, muchos de los cuales fueron recogidos por el autor en Escritos políticos (1847).
Los textos extractados por Luri se centran exclusivamente en el pensamiento social y político, quizá la faceta más desconocida de Balmes, apreciado especialmente por obras filosóficas y apologéticas como El Criterio (1843), Filosofía fundamental (1846), Cartas a un escéptico en materia de religión (1846) o El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (1842-44). Por tanto, quedan fuera de este libro reflexiones del catalán sobre teología, apologética, historia de las doctrinas filosóficas y metafísica. La mayoría de los fragmentos provienen de artículos de El Pensamiento de la Nación, con algunos añadidos de sus libros y de unas pocas cartas personales.
En el citado Epílogo, Gregorio Luri distingue cinco argumentos del pensamiento político balmesiano, a saber: el rigor intelectual, el enigma de la Historia, el valor del sentido común, la conciencia de nuestra libertad, y el interés por la vida política. De la reflexión sobre estos tópicos extrae Balmes, para desenvolverse en la vida y para la resolución de conflictos, conclusiones que no son otras que la aplicación de una suerte de pragmatismo católico bienintencionado, un sentido común que equilibra conservadurismo y reformismo en aras de la convivencia social. En definitiva, Balmes representa en grado máximo «el tono de la perfecta madurez, de la entera cordura, del realismo más claro y comprensivo» (Serrano Suñer).
Para finalizar, copio unas elogiosas opiniones que Marcelino Menéndez Pelayo dedicó a nuestro autor en su artículo Dos palabras sobre el centenario de Balmes. «En las ciencias sociales tuvo intuiciones y presentimientos que rayan con el genio», y prosigue con lo siguiente: «Como periodista político, Balmes no ha sido superado en España, si se atiende a la firmeza y solidez de sus convicciones, a la honrada gravedad de su pensamiento, al brío de su argumentación, a los recursos fecundos y variados, pero siempre de buena ley, que empleaba en sus polémicas, donde no hay una frase ofensiva para nadie». Sólo le reprocha que a pesar de su prosa clara no le acompañara el don del estilo. (Unamuno, al contrario, tenía escasísimo aprecio a Balmes).
Este libro tan necesario es una primera aproximación a este pensador, una invitación a frecuentar, libres de prejuicios sobrevenidos, la figura y la obra de este excelente sacerdote-filosofo. Un gran acierto de Rosamerón.
Reproduzco algunos pensamientos (entre los más cortos) como ejemplo de lo que encontrará el lector en Los muchos callan y los pocos gritan:
El mundo marcha; quien se quiera parar será aplastado, y el mundo continuará marchando.
Quien pretenda haber descubierto en política soluciones generales, llanas y sencillas, o es un alucinado o un impostor.
La infecundidad de la discusión para todo lo que sea gobernar es un hecho enseñado por la razón, probado por la historia y confirmado por la experiencia.
Respetemos el pasado, pero no creamos que con nuestro débil deseo lo podamos restaurar.
Con nadie vivimos más íntimamente que con nosotros mismos.
Dudar de todo es carecer de lo más preciado de la razón humana, que es el sentido común.
El pueblo comprende más pronto el lenguaje de las pasiones que el de la razón.
Cuando el corazón necesita una doctrina, el entendimiento se la presta, aunque sea fingiéndola.
Entendemos más por intuición que por discurso: la intuición clara y viva es el carácter del genio.
No hay nada tan cierto y evidente sobre lo cual no se puedan esparcir sombras y dudas.
Cuando se nos anuncian grandes mudanzas en la organización de los pueblos, no debemos resistirnos a creerlas por la sola razón de que nos parezcan muy extrañas.
Para acertar no siempre es necesario ser profeta.
La vanidad es compañera inseparable de la necedad.
Todos los grandes acontecimientos, buenos o malos, están ligados con las cualidades personales de algunos hombres.
En necesario no hacerse ilusiones; es preciso atreverse a mirar las cosas cara a cara para verlas como son en sí; lo demás son palabras vanas, declamaciones sin sentido.
La sana política aconseja no estrellarse contra lo que no se puede destruir.
Editorial Rosamerón (2023)
Edición: Gregorio Luri
240 págs.
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Balmes fue el primer filósofo popular de la España contemporánea. Su palabra era escuchada en la corte, en el Parlamento, en la prensa y en las universidades, y su eco trascendió ampliamente nuestras fronteras. Quiso ser entendido e hizo lo posible para conseguirlo. Aspiró, como Sócrates, a hacer descender la filosofía del cielo a la tierra, pero también se empeñó en conceder dignidad a la vida prefilosófica del sentido común. Por esto mismo fue un precursor de la filosofía del mundo de la vida.
Los muchos callan y los pocos gritan recoge una representativa selección del pensamiento balmesiano en la que se nos anima a no limitarnos a tolerar lo tolerable, sino a convivir con el disidente, algo de lo que tanto carecemos hoy en día. «No renunciemos —nos aconseja— a la búsqueda de la verdad. Si bien todo poder es, de una manera u otra, poco indulgente, su grado de intransigencia es la medida de su debilidad.» (Sinopsis de la editorial)
Jaume Balmes —es decir, Jaime Luciano Balmes Urpiá—, conocido como «doctor humanus», nació en Vic el 28 de agosto de 1810 y murió en esta misma ciudad el 9 de julio de 1848. Vivió, pues, en la época más exaltada del muy exaltado siglo XIX. Fue sacerdote, filósofo, teólogo, matemático, periodista, historiador, sociólogo, político… Sus principales obras, que no dejaron de reeditarse durante décadas, se tradujeron con gran éxito al francés, inglés, italiano y alemán.
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