Me ha sorprendido mucho, la verdad, lo que dice el presidente interino del CGPJ, proponiendo la reducción de competencias del órgano de gobierno de los jueces, casi hasta el absurdo, o su desaparición práctica.
Creo es catedrático de universidad y abogado por lo que, con todo respeto hacia su persona, por supuesto, creo ve los toros desde la barrera.
No es lo mismo trabajar desde el Poder Judicial que desde el punto de vista de los justiciables, igualmente digno, por supuesto, pero que muchas veces los árboles, los problemas concretos, no te permiten ver el bosque.
Un CGPJ presidido por un señor ajeno a la carrera judicial, me parece un absurdo.
El Poder Judicial no es una administración pública más, como querría el sanchismo, sino uno de los tres poderes básicos en todo Estado de Derecho: ejecutivo, legislativo y judicial.
Y si prescindimos del Poder Judicial, estamos logrando la cuadratura del círculo, la dictadura perfecta.
Una dictadura con apariencia de democracia, pero sólo en apariencia.
¿Qué diferencia a Franco de Sánchez…?
Franco propugnaba en sus Leyes Fundamentales “la unidad de poder y coordinación de funciones, y Sánchez aspira a la unidad de poder, y descoordinación de funciones, pues hay que ver que desastre de gobierno, con dos partidos distintos, veintidós ministerios, y al frente de los mismos, un pelotón de inútiles e incompetentes, en términos generales, y salvo alguna rara excepción.
El Poder Judicial ya está bastante tocado, por obra y gracia del extinto tercer turno, el cuarto y quinto, el tercio de magistrados de las salas de lo penal y civil de los tribunales superiores de justicia nombrados a propuesta de los políticos ¡a los que van a poder juzgar!, etc., como para que, encima, un interino quiera cambiar el sistema.
No solo eso, sino que muchas veces, más de un veinte por ciento de la plantilla judicial son magistrados suplentes, jueces sustitutos, magistrados eméritos, pero a los que se les permite seguir actuando, en definitiva, personas que no pueden ser independientes, salvo que quieran perder su nombramiento…
O los jueces políticos, o políticos metidos a jueces –ahora mismo tenemos dos ministros en esa situación-, consejeros de las comunidades autónomas, directores generales, diputados, senadores, delegados y subdelegados del gobierno, etc., que una vez que su partido pierde el poder, vuelven a la judicatura, con la toga manchada por el polvo del camino, como Conde-Pumpido.
¡Deberían tomar ejemplo de don Federico Carlos Sainz de Robles, que tras su fallida experiencia política, dijo que había cruzado el Rubicón de la política, pidió la excedencia, y abrió despacho como abogado!
Comprendo, en parte, que el presidente interino del CGPJ quiera trasladar el sistema universitario al judicial, pero da la casualidad de que la elección de rectores y decanos por los propios profesores, de abajo a arriba, solo ha servido para que ocupen los puestos directivos de las universidades públicas los más pasotas del lugar, o los menos idóneos, pero que van a dejar tranquilo al profesorado.
Por supuesto los candidatos rectos, trabajadores, exigentes, etc., son rápidamente postergados, pues nadie quiere estar demasiado controlado, y mucho me temo que en el ámbito judicial pasaría lo mismo.
Pedro Sánchez dispone de abundantes zanahorias (el palo vendrá después, cuando ya esté totalmente consolidado en el poder), y hay plazas de consejeros permanentes del Estado, de magistrados del Tribunal Constitucional, Embajadas, por cierto las mejores, que se otorgan a gentes que no han sido capaces de superar ni el primer curso de una carrera universitaria, etc.
Y la conclusión es obvia.
Hay muchas personas que mueven la lengua o la pluma, al gusto del mandamás, como el perro mueve la cola ante el amo que le da de comer.
Al fin y al cabo, también somos animales.
Animales racionales, no todos, pero animales, al fin y al cabo.
Unos más que otros.
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Gracias por su atención.
Ramiro Grau Morancho, Académico, jurista y escritor. https://www.ramirograumorancho.com
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